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Pintura sin pintura pero con pedestal

Arancha Goyeneche retrocede a la escultura en el Museo Antón de Candás

Dos trabajos de Arancha Goyeneche expuestos en el Museo Antón. Índigo División

Clasificaba David Barro a Arancha Goyeneche, en su artículo del libro colectivo "Arte español contemporáneo 1992-2013", coordinado por Rafael Doctor, dentro de lo que se ha venido a llamar la "pintura expandida", no tanto porque incorpore el paisaje y la arquitectura a sus propuestas, o derive hacia la instalación, que también, sino porque se desarrolla más como proceso o procedimiento que como categoría autónoma, y se reivindica antes como tradición que como técnica, como pensamiento que como forma. A la artista cántabra la situaba entre aquellos que introducen la fotografía para rejuvenecer su universo y señalaba que para trabajar el fragmento como desencadenante de cada nueva imagen emplea vinilos adhesivos a modo de paleta de color con la que construir lo pictórico, llegando a eliminar la pintura en sí para gozar de lo que no sería sino un "simulacro fotográfico". Asimismo subrayaba su uso de la luz como "efecto pictórico", a través de lámparas fluorescentes de colores.

Dos de las seis piezas de Arancha Goyeneche que ocupan la sala principal del Museo Antón de Candás. Índigo División

Es lo que también se conoce como "pintura sin pintura", de la que es una de las más destacadas representantes, desde que participara en la exposición colectiva de ese mismo título comisariada por Javier Hernando en 2001. Nacida en Santander en 1967, y licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco, Arancha Goyeneche viene realizando su actividad artística de forma continuada desde los años noventa, primero con la galería Siboney de Santander, con la que expone desde 1998, y luego con otras como Set Spai d’Art de Valencia, que la lleva a ferias como ARCO, Estampa, Volta Basel y SWAB. Ha realizado numerosas exposiciones institucionales, la última, en 2019, la itinerante "Lugares compartidos", organizada por el Instituto Cervantes de Marruecos en sus sedes de Fez, Casablanca, Marrakech, Tánger y Tetuán. Sobre ella han escrito críticos como Elena Vozmediano, Javier Guardiola o Noemí Méndez; ha recibido numerosos premios como el de Artes Plásticas del Gobierno de Cantabria y además forma parte de colecciones como Los Bragales, que la expuso en 2018 en el Valey Centro Cultural de Castrillón.

Obra de Arancha Goyeneche expuesta en Candás. Índigo Division

En Asturias su obra fue vista por primera vez en 2005, cuando participó –significativamente– en el LI Salón de Fotografía de Cajastur con la exposición "La alegría de vivir", celebrada en el Palacio de Revillagigedo de Gijón, bajo el comisariado de Javier Ávila. En 2007 mostró la individual "Life is like the seasons" en la galería Vértice de Oviedo y en 2009 realizó en la capilla del Museo Barjola de Gijón la intervención "Flying to the moon". Desde 2017 es artista de la galería Llamazares de Gijón, con la que participa en ferias como Sculto y Pinta-Miami y que la expondrá individualmente nada más se clausure la actual exhibición en el Centro de Escultura de Candás.

Su intervención en este espacio es debida a que el año pasado fue finalista de la Beca Antón, que finalmente ganó la ruptura del orden de Antonio Guerra, y el jurado propuso que se la invitara a exponer de todas maneras en el museo el proyecto presentado, que contaba con el aval del también cántabro Santiago Martínez, profesor en la Escuela de Arte de Oviedo y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA. No obstante, sin el dinero de la beca sólo ha podido ser desarrollado parcialmente, pues la intención originaria era mostrar una reinterpretación del paisaje exterior del museo a partir de imágenes fotográficas y una de sus características intervenciones murales de grandes dimensiones. En su lugar, se exponen media docena de obras de la serie "Look at my window", algo anterior, y dos de sus "Paisajes fragmentados", hechos con placas de PVC y aluminio recubiertas con vinilos adhesivos y fluorescentes de color, que, más que a las evidentes referencias formales a Dan Flavin o Frank Stella, remiten a través de sus títulos ("El deshielo" y "Después de la tormenta") a los no menos obvios pero más sugerentes Caspar David Friedrich y William Turner.

De "El arte que habitamos" del inicio se ha pasado a "El espacio habitado" final. En ambas propuestas, la principal novedad, más que el posicionamiento espacial, la relectura del paisaje circundante o la técnica "fría" e instalativa de su "no pintura", ya habituales en su trabajo anterior, es el paso decidido hacia las tres dimensiones, a lo que podría ser considerado como plenamente escultórico. Son las seis piezas que ocupan la sala principal del Museo Antón y aceptan todas las convenciones del género, incluido el pedestal, debidamente integrado mediante las mismas tiras adhesivas de colores. De la pared se pasa al suelo, lo que es normal, pero de lo expandido se vuelve a lo centrípeto, lo que en su caso podría considerarse un retroceso, a pesar de su atractivo. Porque cabe preguntarse si conceptualmente no sería mucho más claro y consecuente, en artistas que acostumbran a cuestionar las definiciones, que en vez de "pintura con pedestal" se intentara superar definitivamente el objeto artístico mediante instalaciones efímeras de luz y de color, para habitar de verdad el espacio.

El espacio habitado

Arancha Goyeneche

Centro de Escultura Museo Antón, plaza del Cueto s/n, Candás. Hasta el 4 de noviembre

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