8M Día Internacional de la Mujer

Hachas, cuchillos y martillos: mujeres sufragistas en los museos

Los ataques a la representación ideal del cuerpo femenino como arma reivindicativa

«La Venus del  espejo» de Velázquez, en el  Museo del Prado, en 2007.

«La Venus del espejo» de Velázquez, en el Museo del Prado, en 2007. / efe

Laura Bécares Rodríguez

Últimamente, se han hecho virales imágenes de activistas arremetiendo contra obras de arte en los museos como crítica a los gobiernos por su nula actuación ante los problemas medioambientales. Parece algo novedoso, pero no lo es. Desde finales del siglo XIX y hasta 1914, se produjeron múltiples actos de protestas de las mujeres sufragistas contra instituciones museísticas, solo que en lugar de usar pintura o pegamento utilizaban hachas, martillos y cuchillos. Sí, las sufragistas inglesas dañaron obras de arte para denunciar que los objetos de los museos tenían más derechos y eran más respetados que las mujeres reales de entonces.

Uno de los ataques más conocidos tuvo lugar en el Museo de Arte de Manchester, donde trece pinturas prerrafaelitas fueron martilleadas por Annie Briggs, Lillian Forrester y Evelyn Manesta como parte de la campaña sufragista por el voto femenino y en represalia por la detención de Emmeline Pankhurst. Al año siguiente, Mary Richardson irrumpe en la Galería Nacional de Londres y acuchilla la obra de Diego Velázquez "La Venus del espejo", en una acción que tuvo una fuerte repercusión mediática. Ambas acciones querían denunciar el modelo irreal de mujer que los varones elogiaban en los museos, mientras las discriminaban política, social y económicamente en los espacios reales.

¿Qué hicieron los museos? Algunos cerraron, otros prohibieron la entrada con paraguas y bastones a sus instalaciones. Incluso el British Museum prohibió la entrada a las mujeres que hubiesen sido detenidas por participar en actos sufragistas. Anunció que las mujeres solo podrían entrar en sus salas con una carta de responsabilidad de un varón dispuesto a hacerse cargo de los daños producidos.

Las representaciones de mujeres desnudas y los retratos de hombres de clase alta fueron los objetivos más repetidos. Cada cuchillada y cada bastonazo era una crítica a unos museos representantes del poder patriarcal donde el cuerpo femenino se cosifica y se somete a un férreo control. Las sufragistas veían los museos como centros de poder masculinos, lugares de exclusión de las mujeres, pero también espacios de reclusión de una feminidad única sin opción a replica: los gobiernos excluían a estas mujeres del poder político y los comisarios excluían a las artistas de las salas de los museos.

Ataque sufrido por la "Venus del Espejo" de Velázquez en la National Gallery de Londres el 10 de marzo de 1914.

Ataque sufrido por la "Venus del Espejo" de Velázquez en la National Gallery de Londres el 10 de marzo de 1914. / LNE.

En las obras de arte las mujeres estaban idealizadas, contrastando con las situaciones del día a día, en las que no tenían los mismos derechos que los hombres. En el museo representaban el estereotipo de belleza desde la perspectiva masculina y a través de los ojos de los hombres de las clases dominantes: atacar museos era una forma de arremeter contra el poder masculino.

Estos actos fueron tomados simplemente como vandálicos, acciones de las sufragistas en su empeño por conseguir el voto femenino. Pero esta visión impide profundizar en las otras (muchas) razones por las que una sufragista se encontraría incomoda ante un museo. Son actos políticos en toda regla. Por ello se debe identificar estos ataques como las primeras críticas a los contenidos, narrativas y selección de piezas; se rajan los cuadros que representan hombres de clase alta vestidos y los de mujeres desnudas porque representan el canon de belleza impuesto por estos mismos varones.

Esta lucha, iniciada hace más de un siglo por las sufragistas, se mantiene en la actualidad (sin cuchillos ni martillos) buscando una representación de las mujeres a través de la introducción de la perspectiva de género. Un dato para la reflexión: solo el 27 por ciento de las obras expuestas en galerías españolas son de mujeres. En el Museo de Bellas Artes de Asturias son un 2 por ciento.

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