Mempo Giardinelli, lo sencillo como divisa
El narrador y periodista argentino ve reeditada la novela "Qué solos se quedan los muertos", su segunda incursión en el policial
Alejandro M. Gallo
Mempo Giardinelli (Resistencia, 1947) es un escritor y periodista argentino que se exilió en México durante la dictadura. Ha publicado en más de treinta países, su obra ha sido traducida a veintiséis idiomas y ha conseguido importantes distinciones, como el Premio Rómulo Gallegos con "Santo Oficio de la Memoria". También ha recibido el Premio Manuel Rojas del Ministerio de Cultura de Chile a toda su trayectoria. Entre sus novelas más destacadas encontramos "Luna caliente", Premio Nacional de Novela en México en 1983, y "Final de novela en Patagonia", Premio Grandes Viajeros 2000. Trabajó como profesor en las facultades de periodismo de México y La Plata. También fue profesor visitante en varias universidades norteamericanas y, en 2006, la Universidad de Poitiers lo nombró doctor honoris causa.
Una de sus novelas, "Por qué prohibieron el circo", ganó el concurso literario del diario "La Opinión", con un jurado compuesto por Rodolfo Walsh, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa y Julio Cortázar, pero fue prohibida en 1976 por la dictadura militar. Sus coqueteos con el género negro comenzaron en México, donde publicó "El género negro" en 1984, una colección de ensayos en la que analizaba la variante del policial nacido de la pluma de Dashiell Hammett y Raymond Chandler, a la que considera "un registro literario que, lejos de morir (o ser asesinado), posee una potente actualidad". La reedición corregida llegaría en 2013 con el subtítulo: "Orígenes y evolución de la literatura policial y su influencia en Latinoamérica".
Además de ese ensayo, Giardinelli profundizó en el género con "Qué solos quedan los muertos", una novela negra publicada en Buenos Aires en 1985 y cuyo título recoge dos versos de la rima LXXIII de Gustavo Adolfo Bécquer. Esta obra fue escrita en sus dos últimos años de exilio, la continuó en su estancia en Francia y la terminó de regreso a Argentina, cuando la democracia retornó con Raúl Alfonsín. Ahora ha sido reeditada en España, con suaves retoques respecto a la original. Es una novela dividida en tres partes, con treinta y seis capítulos muy cortos, y escrita con un lenguaje sencillo, incluso para explicar grandes y profundas cuestiones, en un juego que cruza dejes mexicanos y argentinos.
En la primera parte, el periodista argentino José Giustozzi se desplaza a Zacatecas para ayudar a su ex, Carmen Rubiolo, tras el asesinato de su actual pareja, Marcelo Farnizzi, "un flaco ojeroso, con pinta de guerrillero retirado, nervioso y lleno de tics". Al llegar, comprueba que Carmen había contratado a un detective privado, David Gurrola, porque la policía mexicana no parecía tener mucho interés en resolver el asesinato. Desde las primeras páginas encontramos las líneas del policial sudamericano: la investigación la conduce alguien distinto a la policía, en la que no confía la sociedad, y los detectives privados son un mito de los yanquis, porque en Sudamérica son ineficaces.
La segunda parte comienza con el asesinato de Carmen, que la policía califica de suicidio. Esto embarca al protagonista en reflexiones sobre el pasado, desde su relación con la asesinada hasta la desilusión ante el regreso de Juan Domingo Perón a Argentina, pasando por el golpe de Estado de 1976. Aquí, el protagonista sospecha que el detective privado contratado por Carmen era su amante y que ambos se dedicaban al tráfico de drogas.
En la tercera parte, José Giustozzi comprueba que, en Zacatecas, policía, detectives privados, traficantes de drogas y empresarios inmobiliarios pertenecen a la misma casta. Y en el capítulo final, se dirigen a él de esta manera: "(Usted) está muerto. Sigue hablando porque no sabe que ya está muerto".
Los temas centrales de la novela son el narcotráfico, la represión, la ingenuidad juvenil de la militancia política, la dictadura argentina y el exilio en México. El escenario es la ciudad de Zacatecas, convertida en un personaje detenido en el siglo XIX, donde se mezclan caprichosamente los barrocos con los neoclásicos y el narrador nos guía por los lugares más característicos: la Fuente de los Faroles, el Palacio Nacional, la Catedral, el Callejón del Indio Triste, la Plazuela de San Cayetano, la Plaza de la Loza, la Plaza de la Independencia y el Cerro de la Bufa, que destaca, imponente, desde cualquier punto de la ciudad.
Qué solos se quedan los muertos
Mempo Giardinelli
Alianza editorial, 225 páginas, 18,95 euros
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