bloc de notas

Fin de la luna de miel

"Los buscadores de loto" completa las memorias griegas de la australiana Charmian Clift, iniciadas en "Cantos de sirena", y el retrato agudo de un mundo en extinción

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Los bohemios de posguerra del siglo pasado anhelaban paisajes y costas vírgenes. La periodista y escritora australiana Charmian Clift (1923-1969) y su esposo, también colega y famoso reportero, George Johnston, partieron de Londres en 1954 para irse a vivir con sus hijos pequeños a Kálimnos, una isla griega muy pobre cuya sustento dependía del comercio de esponjas de agua salada. Se quedaron para escribir una novela sobre el buceo en esa pequeña comunidad isleña: esta se convertiría en el asunto central de "Cantos de sirena", el primer libro de no ficción de Clift. Junto a "Los buscadores de loto", que acaba de ver la luz en la misma editorial, es ya un clásico de la literatura de viajes.

Cada primavera, cuenta la autora australiana, después de una frenética celebración de la Pascua ortodoxa griega, los hombres de la isla se embarcaban en mercantes para recolectar las esponjas a lo largo de la costa de África. Eran seis meses de trabajo brutal y algunos buceadores volvían a casa mutilados. Otros no regresaban del todo. Durante generaciones en Kálimnos, la vida se definió por este ritmo de lucha y derrota, de los que se van y no siempre regresan en las condiciones en las que se fueron, de mujeres que dan a luz familias enormes, de largas tradiciones recordadas y revividas. En la tierra donde el sol y el ritmo pausado de la vida sugerían a los bohemios el paraíso, la realidad estaba teñida de pobreza, aislamiento, escasez de recursos y una castrante devoción. Johnston y Clift planeaban estar en Grecia un año y se quedaron allí durante una década. La luna de miel traería consigo un amargo despertar.

Con todo, no se puede decir que Clift y Johnston se arrepintiesen de sus diez años de estancia en el paraíso imperfecto griego, aunque sí existe una materia de interpretación profética ambigua que lleva al lector de la felicidad a la tristeza, del hechizo al desencanto. Los escritores bohemios querían liberarse de la monotonía depresiva de las grandes ciudades del primer mundo, pero en algún momento perciben cómo cierto tipo de rutinas se parece en todas partes. En última instancia sienten un trágico vacío existencial.

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Ilustración de Pablo García.

"Los buscadores de loto" sirve para que Charmian Clift retome el hilo de "Cantos de sirena" en Hidra, adonde se ha mudado con su familia. Compra una casa y alumbra su tercer hijo. Hidra se encontraba entonces en un proceso de transformación, similar al sufrido por otras islas del Egeo en las que, a lo largo de muchos años, la primera pregunta que se hacía el viajero nada más poner el pie en tierra era cómo habrían sido de maravillosas unos años antes. Aun cargando con las tradiciones griegas sobre los hombros, la vida allí empezaba a moverse al ritmo de los artistas expatriados, una corriente nómada en la que Clift y su marido encajaron desde el primer instante como anillo al dedo, formando parte de la "colección diversa y tentadora de seres humanos" que la propia autora describe: vagabundos intelectuales y diletantes diseminados por las playas y acantilados que contrastan con los lugareños, cuyas tradiciones se van derrumbando poco a poco frente a la modernidad del invasor.

El final acabaría precipitándose de forma bastante abrupta. La familia dejó Grecia en 1964 y, en seis años, tanto Clift como Johnston habían muerto; Clift aún sin cumplir los 50. Sus aspiraciones y penas están en estas crónicas vívidas y llenas de observaciones agudas. El elenco de personajes, variado, añade un colorido extra: los tres jóvenes suecos, la pareja de estadounidenses que aspira a vivir como los griegos, la madre dominante de Katharine, la señora Knip, el equipo de filmación que llega a la isla para rodar las escenas de una película… Todos son más o menos interesantes, pero no todos resultan atractivos; por momentos algo a su alrededor empieza a apagarse. Clift disfruta de las alegrías simples, la natación, los picnics y las conversaciones, aunque la frustración asoma de vez en cuando por culpa de los problemas domésticos; surge la insatisfacción y el dinero es escaso. La responsabilidad de los hijos añade una nota desilusionante en este segundo libro con respecto a "Cantos de sirena", mientras que destreza y el ojo agudo distinguen a Clift en estos volúmenes de viajes y memorias, que conjugan descubrimiento y trauma, de arranque feliz pero premonitorios del trágico desenlace posterior, que incluye el propio suicidio de la autora cinco años después de abandonar el paraíso. Entonces apenas hubo tiempo de explicarse el porqué.

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Los buscadores de loto

Charmian Clift

Traducción de Patricia Antón

Gatopardo, 280 páginas, 21,95 euros

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