Una expedición al centro de la tierra

Con el sugerente título de "Vuelta al origen" podemos visitar la exposición de Paula Blanco (Oviedo, 1996) en la Galería Arancha Osoro de Oviedo. Se trata de piezas de formatos irregulares realizadas con técnica mixta sobre fibra de vidrio que, desde esta singularidad, llaman la atención por los efectos traslúcidos, los suaves contrastes de color y la riqueza de texturas. Estamos ante obras abstractas que recuerdan formas naturales primigenias, surcos y estratos que remiten a la tierra o a estructuras geológicas.

Concentrada en el taller, en un contexto en el que la alquimia de la creación ocupa un lugar importante, la artista está explorando las posibilidades expresivas que los elementos básicos de la creación –el color, la materia y la forma– pueden llegar a ofrecer. Su implicación en el trabajo se traduce en una atrayente experiencia inmersiva.

Comenta que su intención es la de llegar a una obra que conecte con lo primitivo y, contemplando las obras expuestas, podemos afirmar que lo está consiguiendo. En una de las reflexiones de la autora recogida en el texto de presentación de la muestra comenta: "Pienso en mis obras como pequeños trozos de mundo que, juntos, forman una cosmogonía que no se puede leer ni contar con palabras, solo puede transmitirse mediante el lenguaje de la pintura". Al igual que hay otras vías para intentar acceder al conocimiento de esos orígenes, como la ciencia, la religión o la mitología, también el arte lo puede llegar a propiciar.

Hay que subrayar su formación en pintura, su conocimiento en esta disciplina, pronto la llevó a desligarse de sus convencionalismos, hallando nuevas y estimulantes alternativas. La propuesta actual es fruto de la investigación con los materiales, pero también con las técnicas y procedimientos, aspectos que le están permitiendo ahondar en uno de sus objetivos: dar a los pigmentos una autonomía absoluta, que existan en sí mismos prescindiendo de todo lo innecesario. Al sustituir los soportes tradicionales, como el lienzo o la tabla, por la transparencia de la fibra de vidrio, los pigmentos adquieren un protagonismo absoluto y su pura presencia potencia los valores hápticos. Gracias al original montaje expositivo en el que las piezas literalmente levitan separadas de las paredes, percepciones dérmicas de suavidad y rugosidad se intensifican recordando grandes sudarios que potencian una sensación de fragilidad.

Los resultados son plásticamente atractivos, las formas orgánicas sugieren imágenes oníricas con un aura poética potenciada por los títulos: "Quién sostiene el cielo", "Flor pensante", "La vuelta al origen" y, muy especialmente, "Vivo, vives, vive", pieza de gran formato (1,90 x 2,10 cm) y con gran protagonismo en esta muestra en la que se advierte un solapamiento de las superficies de color-materia que recuerdan composiciones realizadas con collage, ámbito en el que la artista ha venido trabajando durante estos últimos años.

Es recomendable visitar esta muestra, los matices comentados se valoran mucho mejor en directo. Esa valoración y presencia de lo pictórico es intrigante y se acentúa por los efectos ópticos que favorece la luz y por un cierto "dramatismo" producido por las sombras proyectadas. Las veladuras, transparencias y las formas desdibujadas, provocan efectos cambiantes que remiten a la técnica de la acuarela, recordando las expresivas atmósferas de Emil Nolde, referente y fuente de inspiración en el arte.

Agradecer a la galerista Arancha Osoro su apuesta por las jóvenes generaciones de artistas. Permite que conozcamos y profundicemos en sus propuestas, augurando un futuro prometedor para la creación plástica contemporánea. Así ocurre con "Vuelta al origen" de Paula Blanco, consigue que su propia experiencia creativa conecte con nosotros, nos involucre y que, de alguna manera, cuando estamos ante sus trabajos sintamos, como ella siente, "una expedición al centro de la tierra".

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