Se llaman Mauro Rato, Pablo Sánchez y Jaime Vega y aspiran a ir al Mundial de pista con la selección absoluta. Más a corto plazo les gustaría poder participar con el combinado nacional junior en el Europeo. Confían en que llegue esa llamada. Acaban de conseguir el oro en la prueba de velocidad masculina en los Campeonatos de España de pista junior celebrados en Galapagar. No es la primera vez que se suben a lo más alto del podio en un Nacional. Sánchez y Vega revalidan el primer puesto logrado el pasado año, aunque en categoría cadete. Rato, el nuevo del equipo, quizás es el que más lo está disfrutando. Según cuenta, el año pasado estuvo a punto de entrar en el podio.

«Soy un año mayor, y el año pasado competí en junior, pero quedamos cuartos por una décima», apunta. «Ya llevo varias pruebas que me quedo a muy poca distancia de las medallas, por eso este oro ha supuesto mucho para mí».

Aunque confiaban en sus posibilidades, no las tenían todas consigo. Sánchez es el único que reconoce que «este año lo veía más fácil que el anterior, estábamos más fuertes». Por si acaso, decidieron aplicarse en los entrenamientos y repetirlos las veces que hiciera falta. «Estábamos muy nerviosos», confiesa Vega, quien además consiguió el bronce en 200 metros individual, «sentíamos mucha tensión, pero al final sacamos mucha ventaja a los segundos».

Además de acudir a clase -Vega y Sánchez estudian 1.º de Bachillerato y Rato 2.º de Bachillerato-, deben ejercitarse entre dos y cuatro horas diarias. La modalidad de pista exige una buena musculatura y no deben excederse en su peso. Los tres confiesan que el ciclismo es su pasión, pero en ningún caso fue demasiado temprana.

Aunque el abuelo de Mauro Rato, José Luis Rato, fundó la Escuela de Ciclismo Las Mestas, su nieto decidió encaminar sus primeros pasos hacia el fútbol. Aunque le gustaba escuchar las historias que le contaba su abuelo de su época de ciclista, Mauro, que a los 6 años se fue a vivir a Madrid, empezó a jugar de lateral izquierdo en el equipo de Collado Villalba. No tardó mucho en cambiarlo por la bicicleta. «A los tres años me dejó de gustar, así que a los 9, cuando vine a Asturias por el verano, me apunté en la Escuela de Ciclismo de Coque Uría, que la llevaba Junquera, el presidente de la Federación». La experiencia, cuenta, le gustó tanto que cuando volvió a tierras madrileñas se apuntó en el club de Collado Villalba. «En mi primera temporada, en categoría promesas 9, quedé subcampeón de Madrid, así que no me fue nada mal», cuenta. Tras regresar a Gijón, a los 11 años, se enroló en la Escuela de Ciclismo de Carreño, en la que permaneció hasta los 14 años, cuando se fue al Ciudad de Oviedo. Los resultados lo siguieron acompañando en su retorno al Principado, aunque tuvo que esmerarse un poco más. «El nivel en Asturias es más alto que en Madrid y al principio sí que noté el cambio», confiesa.

También notó un gran cambio Pablo Sánchez, de Del Valle (Carreño), quien a los 13 años decidió probar suerte en el ciclismo.