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Asturias exporta calidad

Villa, que es la primera opción de Luis Aragonés para el ataque, y el prometedor Cazorla serán los representantes del Principado en la Eurocopa

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Oviedo, Mario D. BRAÑA

David Villa (Tuilla, 3-12-81) es un fijo de Luis Aragonés, que se convenció de que merecía ser su delantero de referencia en el Mundial de 2006. Pese a la atención mediática que provoca su principal rival, Fernando Torres, el seleccionador ha preferido al Guaje desde que eligió como esquema el 4-1-4-1. El golazo que sirvió para derrotar a Italia en el último amistoso ha consolidado a Villa como la punta de lanza de España para la Eurocopa.

La espectacular volea frente a Italia fue el decimotercer gol de Villa en sus 30 partidos con la selección española. Tres de ellos, en su primer gran torneo, el Mundial de Alemania, donde el Guaje confirmó su talante competitivo. También lo demostró esta temporada, en la que logró sobrevivir al desastre del Valencia. Con los dos goles de ayer al Atlético de Madrid, Villa ha acabado la Liga con 18 goles, su segunda mejor marca en Primera División, tras los 25 de su primera temporada valencianista.

Y eso que David Villa sólo ha podido jugar 28 partidos, nueve menos que la temporada de su confirmación como mejor goleador español. Las lesiones lo dejaron fuera de juego durante dos meses y también sufrió más que nadie el pronunciado bache del equipo, que le llevó a los últimos lugares de la tabla. Pero Villa fue decisivo para el título de Copa y ha acabado la temporada en gran forma, dando cuerda a los rumores que lo sitúan en algún gran club de la Liga española o inglesa.

Santiago Cazorla (Lugo de Llanera, 13-12-84) va camino de convertirse en un futbolista importante en la categoría. Obligado a emigrar por el «crack» del Oviedo de 2003, con 18 años, encontró en el Villarreal un trampolín ideal para demostrar sus condiciones. Cuarenta partidos en el filial de Tercera División bastaron para convencer a Pellegrini, que le concedió dos partidos con el primer equipo en la temporada 2003-04.

A Cazorla no le costó llegar, pero sí mantenerse. Necesitó la confianza total de un entrenador, Marcelino García, para destaparse en el Recreativo. De vuelta en Villarreal, se sintió también importante en un equipo que se ha clasificado directamente para la Liga de Campeones: ha jugado 36 partidos, 28 de ellos como titular. Y, sobre todo, ha crecido como futbolista, más allá de sus 1,69 centímetros.

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