Oviedo, M. D. B.

El jueves 8 de enero de 2009, el Barcelona jugó un partido en la entonces inacabada Ciudad Deportiva de Sant Joan Despí contra el Bunyodkor, el equipo más poderoso de Uzbekistán. Nada de particular, si no hubiese trascendido que los dueños del club pagaron al Barça cinco millones de euros por darse ese capricho. Y porque, según trascendió después, todo tiene su origen en las relaciones del presidente barcelonista, Joan Laporta, con Gulnara Karimova, la dueña del Bunyodkor e hija de Islam Karimov, presidente de Uzbekistán, considerado uno de los peores tiranos del mundo.

A través de un representante de futbolistas, el turco Bayram Tutumlu, en mayo de 2008 Laporta supo del interés de los directivos del Bunyodkor por estrechar relaciones con el Barcelona. Tres meses después, Laporta viajó a la capital uzbeka, Tashkent, donde fue tratado con honores de jefe de Estado: escolta de lujo, tratamiento de alto cargo y recepción en la sede de la Federación con el protocolo reservado a los huéspedes ilustres.

El Bunyodkor es un activo más de la empresa Zeromax, registrada en Suiza a nombre de Gulnara Karimova. Según publicó la revista estadounidense Foreign Policy, Zeromax es una de las fachadas detrás de la que Karimova consolida su control sobre las fuentes de ingresos de Uzbekistán. Una de las más importantes tienen que ver con la cosecha de algodón, unos mil millones al año, para la que el Estado recluta a un millón de niños, lo que ha provocado las denuncias de los organismos de Derechos Humanos.

El dinero de Uzbekistán no sólo ha tentado a Laporta. Gulnara Karimova ha conseguido que cantantes como Julio Iglesias, Rod Stewart y Sting actuasen en Tashkent por un puñado de dólares. Ante las críticas por lo que suponía de complicidad con un régimen dictatorial, Sting reconoció que el presidente Karímov tenía una reputación «horripilante». Karimova respondió prohibiendo las canciones del ex «Police» en las emisoras de radio.

De momento, Laporta no ha pedido perdón por nada. Ni siquiera aceptó las críticas de algunos miembros de su directiva cuando, a comienzos de 2009, se supo que su despacho de abogados había ejercido de intermediario para la compra de las acciones del Mallorca por parte de Zeromax. Según se supo en aquel momento, el bufete Laporta & Arbós hubiese cobrado unos cuatro millones de euros en caso de que se hubiese cerrado la operación. Finalmente las negociaciones no llegaron a buen término, pero los directivos más críticos con Laporta presentaron su dimisión.

Estos ex directivos consideran que no es de recibo que el Barcelona se relacione con los dirigentes de un Estado que ampara y fomenta el maltrato infantil, mientras presume de llevar en las camisetas de su primer equipo el anagrama de la agencia de Naciones Unidas para la defensa de los niños (Unicef). El Barcelona es el único club extranjero que tiene vínculos comerciales con el Bunyodkor, una relación que fue criticada públicamente por Craig Murray, ex embajador británico en Uzbekistán: «Estoy absolutamente horrorizado. Es como haberse asociado con Adolf Hitler para promover un equipo de fútbol en Berlín durante los años 30».

Laporta, en su primera visita a Tashkent, lo explicó a su manera: «Para mí es muy importante haber firmado un acuerdo mediante el cual el Barcelona tiene presencia aquí, para ayudar a los jóvenes del país y al Bunyodkor. Conozco a sus representantes desde hace tres meses y he visto que les gusta mucho el fútbol, que se vuelcan en el fomento de la cantera».

La puerta abierta por Laporta permitió lograr unos ingresos extras a jugadores del Barcelona. El primero fue Eto´o , que en 2008 rechazó una oferta para fichar por el club uzbeko, y después Puyol e Iniesta, junto a Cesc. Messi aplazó sus vacaciones de Navidad por un clínic que le reportó un millón de euros.