Oviedo, Nacho AZPARREN

La tempestad desatada a la finalización del encuentro entre Real Oviedo y Pontevedra ha dejado paso a una calma tensa. La protesta de los seguidores oviedistas instantes después de confirmarse la eliminación de los hombres de Pichi Lucas quedó empañada por los lamentables incidentes impregnados de violencia. Pero los tristes sucesos no deben distorsionar la realidad. La afición azul no está satisfecha con el resultado final de la temporada y exige responsabilidades.

Uno de los primeros en dar la cara tras la prematura eliminación fue el presidente de la entidad, Dámaso Bances. El dirigente hizo su primera valoración instantes después del batacazo y pidió algo de tiempo para analizar con calma la situación del equipo. Una situación rodeada de incógnitas en cuanto al futuro inmediato de todos los ámbitos de la entidad, empezando por el propio presidente. «No sé aún lo que deparará el futuro inmediato», expresa Bances evitando las referencias a su situación personal. «Hasta la semana que viene no tomaré ninguna decisión sobre mi posible continuidad. Es mejor que estos días dejemos que las cosas se calmen», añade como justificación.

Lo que sí tiene claro el máximo mandatario es el plan a seguir. «A la hora de pensar en la nueva temporada hay que respetar los plazos lógicos de toda planificación y actuar con coherencia. El primer paso es decidir si continúa el director deportivo, después haremos lo propio con el entrenador», subraya. Queda así fijado el primer gran frente de batalla de cara a la temporada próxima: la continuidad de Pichi Lucas. El preparador tiene el visto bueno de afición y directiva. Su adaptación al club ha sido total y sus resultados desde la novena jornada son difícilmente discutibles. Así lo entiende Bances cuando comenta que «el entrenador sabe desde antes de la eliminatoria que queremos que siga el año que viene». La frase no deja lugar a los equívocos: Pichi Lucas continuará siempre que quiera.

Y el último lugar en el análisis le corresponde a la plantilla ovetense. Curiosamente, Bances utiliza la sinceridad en su discurso para referirse a los jugadores. «Les ha faltado algo de carácter», sentencia antes de matizar sus palabras: «Me refiero a que no ha sido un problema de falta de profesionalidad ni de actitud. El Pontevedra nos ganó con justicia y compitió mejor». El dirigente cierra su razonamiento con un ejemplo concluyente: «Nos ha faltado un Pichi Lucas en el campo».

A pesar de todo, de la temprana eliminación, de los problemas extradeportivos o del incierto futuro, en la cabeza del presidente no planea la palabra fracaso. Así se expresa Bances cuando ofrece su lectura de lo ocurrido a lo largo de toda la campaña. «Los objetivos deportivos se cumplieron en el momento en que el equipo se clasificó para la eliminatoria de ascenso a Segunda», explica con rotundidad.

El recuerdo de las protestas de los aficionados al término del encuentro y la insatisfacción generalizada le hacen revisar su propia teoría: «En un equipo normal la temporada sería de notable. Pero tratándose del Oviedo, con su historia y afición, la nota es de aprobado raspado». Y añade nuevos argumentos en favor de su equipo: «La masa social exige más, pero hay que tener en cuenta que somos un equipo recién ascendido. También hay que valorar otros datos, como que el Vetusta lleve ascendiendo tres temporadas consecutivas».

Ahora, como explica el presidente azul, llega la hora de la reflexión. En la mayoría de clubes se produciría de forma sosegada y tranquila, pero no en el Real Oviedo. La inestable situación que rodea a la entidad en todos sus frentes deja al equipo bajo un halo de misterio que sólo el paso de los días se encargará de aclarar. Pero nunca más de una semana, como reconoce Dámaso Bances.