El blanco, intenso, cubre los Dolomitas de Brenta, en el Trentino italiano, donde Ferrari lleva 22 inviernos refugiándose. Un paraje idílico el de Madonna di Campiglio, el pueblo que bulle en invierno al pie de una estación de esquí de primera categoría. Un lugar de recogimiento, de reflexión y conjura para una larga temporada, la más amplia de la historia en la F1, con veinte citas en el calendario. Son días para comprometerse, empaparse del espíritu del «cavallino» y coger fuerzas para la batalla. Y noches para la conversación ante la chimenea, los juegos de magia del asturiano y la retirada perezosa a la cama con el madrugón del día siguiente en la cabeza.

Así arrancó ayer el tercer proyecto en «rosso» de Alonso con su llegada a Madonna, donde le aguardaba el equipo casi en pleno para la copa de bienvenida. El asturiano se ha hecho fuerte en la casa. Se siente querido y la sensación es recíproca.

Para 2012, el proyecto es ambicioso. Ferrari le ha dado una vuelta a su política deportiva. Ahora dirige Pat Fry, el ingeniero llegado de McLaren, y dicen los que les han visto de cerca en los últimos meses que su sintonía con Alonso es total. Un alivio para el director, Stefano Domenicali, que capitanea la temporada bajo una presión brutal, la que siempre sacude a Ferrari cuando los triunfos se resisten.

Desde siempre Alonso se ha mirado en el espejo de Schumacher. Y por eso llegar a la Scuderia en 2010 supuso para él una doble alegría. Pero ahora no quiere parecerse al Kaiser. El alemán llegó con dos coronas, como Alonso, pero no ganó el primer título en «rosso» hasta su quinta temporada, cuando comenzó un mandato de hierro que rompió el asturiano en 2005.

Ahora el hombre a batir es Sebastian Vettel, dueño de un monoplaza volador los dos últimos años. La conjura de Alonso y de todo Ferrari tiene como meta el asalto al trono de Red Bull. Maranello bulle con los últimos retoques al nuevo Ferrari y por eso Domenicali no pasará la semana en Madonna, sino que se acercará de visita para compartir cena con sus pilotos y ofrecer una rueda de prensa.

El nuevo monoplaza se anuncia agresivo y rompedor con el tradicional conservadurismo de Ferrari en el diseño. En Maranello miran de reojo al nuevo reglamento para convencerse de que 2012 puede ser su año. La prohibición de los escapes soplados son suficiente motivación para los técnicos. El año pasado, la única carrera sin este sistema la ganó Alonso en Silverstone.

La hora de la verdad, el primer día en que se verá si todo va por el buen camino, está cerca. El 3 de febrero Ferrari presentará su nuevo coche y el 7 tendrá su bautizo en los primeros entrenamientos del año, en Jerez. Ya se podrá tomar nota de lo que debe mejorar cada uno hasta el 18 de marzo, cuando se apague el primer semáforo en Australia. Entonces comenzará una carrera tecnológica, una lucha de nervios entre pilotos de acero que estirará el punto final hasta el 25 de noviembre en Brasil.