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Supervivientes del fútbol sala

El Txamón, único representante de Oviedo en Tercera División, lucha al mismo tiempo por ascender posiciones en la Liga y cubrir el presupuesto anual

Supervivientes del fútbol sala

Oviedo, Nacho AZPARREN

La crisis suele acabar primero con los más modestos. El fútbol sala siempre se ha considerado como el hermano pequeño del gigante balompié. En una ciudad con la trascendencia y solera del Real Oviedo otro conjunto ovetense intenta ganarse un hueco en un deporte con menos focos. El Txamón Oviedo, que compite en la Tercera División de fútbol sala, juega con la carga de ser el más alto representante de la ciudad en este deporte. Pero a la lucha deportiva se le une una aún más complicada: la de la supervivencia económica.

«¿Qué cómo logramos subsistir? ¡Pues a duras penas! La crisis se nota?». A Joaquín Álvarez, en su papel de vicepresidente del club desde hace seis años le toca ocuparse de las finanzas. El Txamón cuenta este año con un presupuesto de 10.000 euros, dinero justo para competir. «Completamos el presupuesto con las subvenciones y las aportaciones de socios y patrocinadores privados», resume Álvarez. El Ayuntamiento y el Principado contribuyen con unos 2.500 euros, la cuota de 15 euros a los 120 socios suponen otros 1.800... ¿El resto? De soluciones ingeniosas.

«Tenemos que agradecer el apoyo de patrocinadores como Pescados Milagros, Canela en rama o La Pumarada. Sin su ayuda sería imposible», reflexiona el vicepresidente. Algunos colaboran con carteles en las espalderas del polideportivo, otros a cambio de ver su nombre impreso en la camiseta, también con pequeños patrocinios en los carteles que anuncian los partidos ligueros. Cualquier aportación es buena para alcanzar los 10.000 euros necesarios.

En la subsistencia se hace fundamental la labor de los propios futbolistas. «Lo teníamos claro desde un principio y decidimos que nunca pagaríamos sueldos por jugar», explica Santiago Arias miembro de la junta directiva y uno de los socios fundadores en 1999. «Hay muchos equipos que optaron por pagar a los jugadores y acabaron desapareciendo», añade. Las aportaciones a la plantilla se traducen en un fisioterapeuta para tratar las lesiones, un par de zapatillas para cada jugador y las cenas del equipo cada mes y medio.

Encarrilado el aspecto económico, la cosa parece funcionar en la Liga. El Txamón, que acogió ese nombre por la sugerencia de un carnicero, es séptimo en Tercera, un puesto por encima de su mejor posición histórica en la competición. «Estamos muy contentos porque este año contábamos con mucha gente nueva y se han adaptado a la perfección. Además, estamos dando una imagen formidable en todos los campos», asegura Arias.

El siguiente paso en el crecimiento del club ya está decidido: intentar formar un equipo de juveniles. El único obstáculo es el de siempre. «Económicamente supondría un incremento de 3.000 0 4.000 euros, tenemos que estudiarlo porque deportivamente es una opción muy interesante», confiesa Joaquín Vázquez. El ascenso a Segunda B aún está algo más lejos. «El presupuesto en esa categoría está entre 40.000 y 60.000 euros anuales», indica el vicepresidente volviendo a señalar el mismo problema. Nada nuevo para el Txamón, un superviviente del deporte.

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