Aunque nadie lo notase (todos estábamos superando la resaca de Barcelona-92), en 1993 TVE estrenó una serie hiperbizarra: «Delantero». ¿No os acordáis? Tranquilos. Para eso está lo que los abuelos llaman «El internet», como si fuese una cafetería del centro. Yo sí la recuerdo: fui uno de los preadolescentes que compró ese libraco de Gary Lineker, «¿Dónde está el delantero centro?», que narraba las aventuras del «striker» británico en su etapa blaugrana (del 86 al 89). Fichado por el «monster» Venables (admirad su vídeo cantando el «If I can dream» de Elvis), Lineker describía, además de sus éxitos como jugador, las diversas juergas y los líos amorosos que vivió en la (cachondísima) Ciudad Condal y que terminaron adaptados en la pequeña pantalla por gracia de «Delantero», un monumento al chambonerismo catódico.

Los años de Lineker se acabaron casi justo cuando arrancaban los de Cruyff. Eso sí, a diferencia del jugador inglés, que cuenta su pasado con total naturalidad (amigos, ¿a quién no se le ha ido la cabeza? Y, menos, ¡si eres un inglés en España!), al holandés parece que se le olvida su currículum cuando se dedica a mandar mensajes a Mourinho del estilo de «hay que respetar a los demás». Estas lecciones de alta moralidad las imparte un humano que, entre otras muchas cosas, provocó la destitución de su entrenador, Hennes Weisweiler; acabó a tortas con uno de los jugadores más nobles de Occidente, Laudrup; torpedeó a Van Gaal en sus dos épocas al frente del equipo culé; se enfrentó e insultó a uno de los mejores árbitros de nuestra historia, Manuel Díaz Vega... y no sigo...

Como se hizo con «Delantero», molaría que alguien produjese una miniserie de Telecinco con las controversias de Cruyff al estilo de «Mi gitana», esa cumbre aceitosa del telefilme patrio que cuenta la vida de la Pantoja. Incluso, les propongo a los inversores un casting ideal de protagonistas para interpretar al holandés: de joven y alocado, Mario Casas (por tarifar, no porque se parezca); de míster maduro, Gabino Diego; y de viejete gruñón, Juanjo Puigcorbé. Seguro que sería un exitazo estratosférico ¡entre amas de casa madridistas! Ya estoy viendo los «Sálvame» y la demás basura televisiva comentando la huevada de Johan Cruyff (Juanjo Puigcorbé) al pontificar sobre el mal comportamiento de Mourinho (Agustín Bravo), en ese capítulo donde el Madrid termina ganando la Liga. Cómo nos lo íbamos a pasar.