Hay miércoles que merecen un lugar en las enciclopedias. El pasado pudo ser uno de ellos. En El Molinón se pasó del más sonoro enfado de la década a la satisfacción del deber cumplido y a la reapertura de las esperanzas de salvación. En Madrid más de dos y de tres saltaron de los cantos a la ansiedad al convencimiento de que la Liga se tiñe de blanco. En Barcelona, sede de lo políticamente correcto, no lee nada del canguelo, se arremete contra el Atlético de Madrid y se pronostica que la quinta copa europea está al caer. Ahora la esperanza se traslada al Athletic Bilbao. Mondo cane.

El Sporting doblegó al admirable Levante cuando menos lo esperaban hasta los más fieles. En la madrugada, de forma sorprendente o no tanto, hubo espacios que mostraron una preocupación especial por las quejas de las gradas del Anfield del Piles. Muchos minutos para que los pescadores de Algeciras sepan con detalle lo que sucede en las gradas gijonesas. Los pardillos, mientras, con cara de felicidad sin darse cuenta de que detrás del supuesto interés se esconde la permanente ofensiva contra Javier Clemente que, en mala copia de Mourinho y de las Alas Pumariño, se ha autoimpuesto el «silenzio stampa», que tampoco viene mal porque la sobreexposición de las semanas con tres partidos suele ser indigesta.

O sea que mañana el Sporting vuelve a jugar en casa del líder, un Madrid que no tendrá a su guía, Xabi Alonso, pero que atesora tal cantidad de divisiones acorazadas que no se sabe por dónde montar las líneas de defensa. El Sporting ganó allí el año pasado y seguro que tuvo mucho que ver en la decisión de la Liga. Ahora parece que la sorpresa se ve más lejana por la marcha del líder y por la situación de los rojiblancos, muy angustiosa. A la vista de los acontecimientos, las derrotas ante Mallorca y Zaragoza se antojan ahora mismo como decisivas. Con seis puntos más los rojiblancos sumarían treinta y cuatro y basta repasar la clasificación para comprobar dónde estarían. Dos partidos más ganados parecen poca cosa, pero a la vista de las circunstancias alcanzan una importancia capital.

La reacción gijonesa está en peligro por la amenaza de Cristiano Ronaldo, ese jugador al que hay que atacar aunque sea por gesto tan infantil como levantar el pantalón y enseñarle el muslo a Adán, portero suplente. Si contara los tres goles a la cámara como otros merecería la expulsión del país. Por lo menos.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿los informes relativos a la realidad de la deuda del Sporting que ya circulan por Gijón son sólidos y solventes? Porque si lo son, y no habrá motivos para dudar de ellos, habrá que pedir auxilio al Banco Central Europeo. Atentos a la pantalla porque vienen curvas, y en días apasionantes desde el punto de vista deportivo. Madrid, Rayo Vallecano, Espanyol, Betis, Villarreal y Málaga son los seis rivales pendientes de la Liga rojiblanca. Habrá que echar cuentas sobre los puntos necesarios para alcanzar el objetivo porque ya hay quien asegura que serán menos que en temporadas anteriores. Las cuentas son necesarias.