Mario D. BRAÑA

Para Messi, una semana sin jugar un partido de fútbol es el peor de los castigos. Un año sin marcar un gol en el Camp Nou en competición europea, una eternidad. Por eso, porque andaba con hambre atrasada, el «10» del Barça salió ayer con ganas y acabó pegándose un atracón. Sus cinco goles al Bayer rompen un puñado de récords y estadísticas, pero por encima de todo fueron un regalo para la vista. Dos vaselinas, un «slalon» por el área coronado por un remate sutil, el instinto para aprovechar un regalo del portero y, como cierre, un remate teledirigido desde el borde del área. Messi es una gozada para el barcelonismo y un dolor de cabeza incluso para rivales como el Bayer, que pagó muy cara su indefinición: no creyó en la remontada ni se protegió contra la creatividad azulgrana. Una noche inolvidable también para Tello, que contribuyó con dos goles al «siete» que le hizo el Barça al Bayer.

A falta de interés competitivo, el partido de ayer sirve para engordar la lista de récords del Barcelona de Guardiola y, sobre todo, de Leo Messi. Nunca antes el Barça había llegado a los siete goles en la Copa de Europa. Tampoco Messi había marcado hasta ayer cinco en su carrera deportiva, aunque quizá fueran más celebrados, por la igualdad de la eliminatoria y la entidad del rival, los cuatro al Arsenal en la temporada 2009-10. Ningún futbolista marcaba cinco goles en la Copa de Europa desde que lo consiguiera Mihail Mihocaps, del Skonto de Riga, en la fase previa de 1999. Aunque, para variar, el argentino es sólo el segundo jugador de la historia del Barça que marca cinco goles en competición europea: lo hizo antes Zaldúa, en la Copa de Ferias de 1965.

Con su exhibición de ayer, Messi iguala en el palmarés de la Copa de Europa con Alfredo di Stéfano, que marcó 49 goles. A estas alturas, con sólo 24 años, «La Pulga» sólo tiene por delante en el exclusivo ranking de la máxima competición continental a nombres tan ilustres como Raúl (71 goles), Van Nistelrooy (56) y Henry (50).

Lo curioso es que el arranque del partido no parecía dar para tanto. El Bayer Leverkusen empezó desplegando la energía y el convencimiento que se espera de un equipo alemán. Atiborró el centro del campo para contrarrestar el toque del Barça y lo consiguió durante casi media hora. Justo cuando se animó a buscar el área de Valdés, se encontró con la contundente respuesta azulgrana. Los alemanes tiraron mal el fuera de juego y Xavi puso un balón para la carrera de Messi, que picó sobre la salida de Leno. Antes del descanso fue Iniesta el que activó a Leo y Cesc le puso en bandeja el «hat trick» nada más reanudarse el juego.

Guardiola movió el banquillo y el Camp Nou se preparó para vivir unos larguísimos «minutos de la basura». No para Tello, uno de esos canteranos que agitan el partido más muerto. Entre él y Messi alargaron la fiesta, dejando para el arrastre al Bayer y, sobre todo, a Leno, un joven portero que nunca podrá olvidar la noche del 7 de marzo de 2012, cuando Messi sació el hambre atrasada que tenía de fútbol y de goles.