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Fútbol | Ida de la Supercopa de España

Puerta abierta a la emoción

Un paradón de Casillas, seguido por un error de Valdés, deja más incierta la resolución del torneo tras un partido intenso, con goles y espectáculo

Puerta abierta a la emocióntoni albir / efe

Mario D. BRAÑA

Fue una cuestión de porteros. En un mismo minuto, el 84, Iker Casillas y Víctor Valdés protagonizaron dos jugadas que pueden valer por una Supercopa. Casillas salvó un mano a mano con Messi que hubiera valido el 4-1; y en el contragolpe, Valdés se lio con el balón regalándole el gol a Di María. Así que con 3-2, el resultado de la vuelta el año pasado, todo queda abierto para el Bernabeu, donde seguirá la pugna de los dos grandes del fútbol español. El primer asalto tuvo un poco de todo entre dos equipos que todavía no están finos. Tras un primer tiempo de tanteo, tras el descanso los jugadores se soltaron, llegaron los goles y, por una vez, hubo más emoción que polémica. Marcaron Cristiano Ronaldo y Messi, y Tito Vilanova se apuntó la primera muesca frente a Mourinho, aunque le amargase el final.

Los entrenadores se reservaron una carta sobre la baraja inicialmente prevista. Mourinho envidó con Callejón en lugar de Di María, mientras que Vilanova prefirió a Adriano en lugar de Jordi Alba. Por lo demás, el guión del partido fue el habitual de los clásicos, al menos hasta el intermedio: control del Barcelona y repliegue del Madrid a la espera de sacar sus puñales. Como el Barça se lo tomó con calma, las ocasiones llegaron con cuentagotas, casi siempre a expensas de las apariciones de Messi, al que se le fueron por poco dos remates en buena posición. Como le costaba progresar en la maraña madridista, el Barcelona probó más que otras veces los remates lejanos, que apenas inmutaron a Casillas.

Con los mismos jugadores, el Madrid salió de otra manera tras el descanso. Buscó al Barcelona más arriba y pronto llegó el córner con el que Cristiano Ronaldo rompió las hostilidades. El portugués ganó la posición a Busquets y clavó el cabezazo junto al poste izquierdo de Valdés, en el que no había ningún barcelonista, fiel al libro de estilo guardiolista. Por esas cosas raras del fútbol, el Barça consiguió en un minuto lo que había sido incapaz de alcanzar en casi una hora. Bastó un balón largo a la espalda de Coentrão que Pedro, rozando el fuera de juego, controló de maravilla y cruzó ante Casillas.

Abierta la espita, el partido se convirtió en un toma y daca del que, curiosamente, sacó más ventaja el Barcelona. Con más espacios por la repentina generosidad del Madrid, por fin apareció Iniesta, invisible hasta ese momento. Una maniobra del manchego en el área hizo picar el anzuelo a Sergio Ramos, que barrió a su compañero de selección en el recorte. Era la oportunidad para que Messi rompiese su sequía frente al Madrid, que ya duraba un año, justo desde la vuelta de la Supercopa. El Barça, que en algún momento pareció cerca del K.O., volvió a coger el hilo y puso una distancia significativa gracias a la conexión de Xavi e Iniesta, con la inestimable colaboración de Coentrão, una calamidad defensivamente todo el partido.

Con el 3-1 era el momento de que el Madrid tomara la palabra, pero el Barça, con Guardiola o con Vilanova, no entiende lo que significa especular. Buscó el cuarto y lo tuvo Messi en el 84, cuando remató en el área pequeña solo ante Casillas, que hizo uno de sus milagros. La contra del Madrid pilló a Piqué en el área contraria, pero Adriano la resolvió con un cruce providencial y una cesión a Valdés. El portero se confió, controló mal el balón y Di María aprovechó para darle aún más bombo a la vuelta.

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