Según un estudio de la Cambridge University Press, el 38 por ciento de los españoles estaría dispuesto a renunciar a su actividad sexual durante un año a cambio de que tras el período de abstinencia comenzaran a hablar inglés perfectamente. Da miedo. Espero que ese 38% de españoles dispuestos a saber inglés al precio de un año sin sexo crea que dominar el idioma de David Beckham mejorará tanto sus vidas que merece la pena renunciar por un tiempo a los placeres de Afrodita, y no que renunciar al sexo durante un año no empeorará tanto sus vidas que merece la pena el esfuerzo con tal de saber inglés, informática, fontanería, equitación o latín. Sea como sea, es de suponer que ese 38% de españoles está incluido en el 90% que reconoce que tiene miedo al ridículo cuando necesita hablar en inglés. Supongo también que los que tienen miedo al ridículo cuando hacen el amor y miedo al ridículo cuando hablan en inglés hacen un buen negocio cuando renuncian al sexo con tal de saber inglés, porque de esa forma tendrán un año por delante sin miedo al ridículo sexual y ganarán toda una vida sin miedo al ridículo en inglés. Somos muy raros. Pero quiero aprovechar este miedo al ridículo en el sexo y en el inglés (lástima que la encuesta de la Cambridge University Press no diga nada del francés) para hablar del miedo al ridículo de los porteros ante un penalti.

Según un estudio de la Universidad israelí Ben Gurion, en la mayoría de los penaltis los porteros decide tirarse a la derecha o a la izquierda, en lugar de quedarse en el centro de la portería. El 45% de los porteros se lanza a su derecha, el 49% lo hace a su izquierda, y sólo el 6% de los porteros se queda en el centro. Sin embargo, la mejor estrategia de un portero, para parar un penalti, sería quedarse en el centro de la portería, porque el porcentaje de penaltis parados es superior en este caso que cuando los porteros se tiran a su izquierda o a su derecha. ¿Por qué los porteros prefieren, entonces, tirarse a un lado antes que quedarse en el centro de la portería? Por la misma razón por la que el 90% de los españoles no se lanzan a hablar inglés y prefieren quedarse en el centro: por miedo al ridículo. Un español que tiene que expresarse en inglés puede sentirse como Fernando Esteso intentando ligar en inglés con una sueca de vacaciones en España; pero un portero que se queda en el centro de la portería en un penalti cuando el balón va hacia su izquierda o hacia su derecha, queda en ridículo. Por eso muchos españoles prefieren no hablar inglés y casi todos los porteros prefieren tirarse a un lado de su portería en un penalti. Lo peor que les puede pasar a los primeros es perderse en Londres o depender de un traductor, y lo peor que les puede pasar a los segundos es que no elijan el lado de la portería correcto y que su equipo reciba un gol. Nada de eso es ridículo. Lo ridículo es parecerse a Fernando Esteso y quedarse quieto en el centro de la portería.

Entiendo a los que tienen miedo al ridículo cuando hablan inglés, y entiendo muy bien a los porteros que tienen miedo al ridículo en un penalti. Pero me gustaría que la Cambridge University Press y la Universidad Ben Gurion colaboraran en un estudio para saber el porcentaje de porteros que estarían dispuestos a renunciar a un año de sexo con tal de parar todos los penaltis que les lancen durante una temporada. Creo que superaría el 38%. ¿Por qué? Porque hablar inglés perfectamente está bien, es muy importante y bla, bla, bla, pero no deja de ser el idioma de David Beckham, y no es tan difícil entenderse en inglés con alguien que quiere entender y ser entendido. Pero parar un penalti produce un placer que no está lejos del placer sexual. En realidad, está muy cerca. Muchos delanteros dicen que meter un gol es como tener un orgasmo, pero parar un penalti es como tener un orgasmo e impedir el orgasmo de otro. No es que los porteros sean malas personas que disfrutan impidiendo los orgasmos de los delanteros, pero es lógico que un portero disfrute evitando el placer de un delantero que le quiere joder en otro sentido.

A la espera de ese estudio sexo-futbolístico, recomiendo a los porteros con miedo al ridículo que prueben a quedarse quietos en el centro de la portería cuando les lanzan un penalti, y recomiendo al 90% de los españoles con miedo al ridículo cuando tienen que hablar en inglés que se lancen a la derecha o la izquierda. A la mierda el miedo al ridículo.