La tensión acumulada saltó por los aires a los dos minutos de partido. "Me da igual que sea de penalti, los goles cuentan todos lo mismo", justifica el autor de la liberación su exceso de alegría en el tanto, una celebración en la que afloraron todos sus instintos. El tanto significaba el fin de su sequía y un importante punto de apoyo en la recuperación azul, refrendada después en las matemáticas más que en las sensaciones. Diego Cervero conoce la casa. El brazalete de capitán no es decorativo en su atuendo, con el paso de los años se ha convertido en el símbolo más reconocible del Oviedo, el nexo entre una exigente y entregada afición y una plantilla que cada temporada sufre una profunda remodelación. Una relación que no siempre es sencilla.

"Cuando fui a lanzar no había tocado el balón con los pies, venía de una temporada sin marcar y además había fallado el último penalti lanzado. Ahí te entran dudas. El miedo siempre está presente. Miraba para la gente y me decían que era gol seguro. Eso es el Oviedo. A mí también me entran dudas a veces, es normal que le pase a la gente". Diego Cervero medita sobre las dudas surgidas en torno al equipo poniéndose como ejemplo. "Si no fuera jugador, estaría con ellos en la grada y seguro que me contagiarían esa ansiedad y esas ganas por subir que se percibe después de tantos años de miserias. Pero como capitán debo transmitir tranquilidad. Nosotros queremos hacerlo mejor, y vamos a mejorar. Nos ayudaría un clima de tranquilidad en torno al equipo", señala el máximo goleador azul.

Cervero habla de fútbol con una franqueza que no es habitual. Sus años en la casa azul le sirven para saber cómo piensan todos los estamentos. La afición no terminó contenta del encuentro en Luanco. Los tres puntos suponen una bombona de oxígeno para un proyecto que había prometido mucho en sus inicios y que se había desinflado en las últimas semanas, con dos tropiezos consecutivos. Con el refrendo de la tabla (el Oviedo es tercero, a dos puntos del líder), el vestuario sabe que las opciones de ascenso pasan por una mejora obligatoria.

"Necesitamos a la afición como el comer; ellos son el motor para que todo esto funcione. Tenemos que estar a la altura, pero debemos tener paciencia. Entiendo que se quiera ganar y jugar bien, porque nosotros también queremos rendir como en Burgos, pero no siempre se puede. La Liga es larga y hay que sumar siempre. El partido fue malo, pero estamos con 13 puntos en la séptima jornada", señala Cervero, que considera que el buen inicio de campaña puede tener una lectura no tan positiva como parece a simple vista: "Yo me asusté en la pretemporada porque fue muy buena. Dimos un nivel de sobresaliente y tuvo continuidad en los primeros partidos de Liga. Nunca había estado en un equipo que jugara así. El listón está alto y la exigencia es la máxima, ser primeros. Ahora hemos vivido momentos complicados y entiendo la crítica. El juego de los últimos partidos no estaba previsto, pero las ganas e ilusión son tremendas. Invito a los que no piensen igual que yo a que vengan a ver un entrenamiento".

Siempre pendiente de las estadísticas, Cervero aporta un nuevo argumento para dar un voto de confianza al Oviedo. "Reconociendo que no estuvimos bien en Luanco, a ver cuántos equipos consiguen llevarse los tres puntos de Miramar", sentencia el delantero.