"¡¡¡VAMOS!!!" ruge Miguel Linares, que enciende al centenar de aficionados que esperan en el túnel. El delantero es uno de los primeros en subirse al autobús, después de Redondo, Bautista y Borja Valle, que encabezarán el segundo piso del descapotable. De los últimos y más vitoreados, Arturo Elías, poco después que el presidente, Jorge Menéndez Vallina, que porta el escudo que presidirá toda la celebración. Abundan los botellines de cerveza y agua, utilizadas a partes iguales para refrescarse a sí mismos y a los demás, como a Silvino, el utillero, que antes de subirse recibe una lluvia provocada por los más bromistas, con Redondo a la cabeza.

Arrancan los cánticos y, con ellos, el motor del bus. Sale despacio y deja atrás a la mayoría de los seguidores. Otros, en moto, "ayudan a escoltar" a los jugadores porque en coche no se puede. Incluso cuatro jóvenes se atreve a trote, sin aliento carrera va, cántico viene mientras se cuelan las bocinas de los coches que se cruzan con la romería azul. Comienza el show de Charlie, que funde botellas regando a ritmo de récord a los aficionados, numerosos por primera vez en la calle Real Oviedo, donde los azules giran siguen hacia Independencia. Lanzan bufandas y camisetas conmemorativas a la cada vez más multitudinaria afición en Uría, delante del Campoamor y al lado de la plaza Porlier. "¡Todavía sigues seco!", grita asombrado Charlie a uno de los jóvenes que acompañaron durante todo el trayecto de los carbayones y al que ha mojado varias veces. Los chicos se pierden a los pies de la esquina de la calle Fruela entre la masa azul, que solo deja un estrecho pasillo hacia el Ayuntamiento, contenida por unas vallas, cómo no, de color azul. la fiesta llegaba al Ayuntamiento.

Allí, con tan solo tres años de edad, Adriana Brenes relataba a lomos de su tía Noemí la alineación del Oviedo. La pequeña aficionada del equipo carbayón fue una más de miles de oviedistas que se dieron cita ayer en la Plaza del Ayuntamiento para recibir a los héroes de Cádiz. Lo hizo cantando todas las canciones, como una hincha más. Su tía Noemí, que no pudo acudir al Ramón de Carranza, disfrutaba al saborear la mieles de la Liga de Fútbol Profesional después de apoyar al equipo durante años de penurias. A su lado, su inseparable amiga Ana, quien sí tuvo la suerte de acudir a Cádiz tras una maratoniana jornada de autobús.

Este grupo de aficionadas se situó en un lugar estratégico de la Plaza del Ayuntamiento, cerca del Mercado de El Fontán. El objetivo no era otro que realizar una rápida salida hacia la otra plaza que sería en la tarde de ayer el punto de reunión de los oviedistas, la de América.

Una de las personas que menos problemas de visión tuvo durante la celebración en el Ayuntamiento fue Manu Parada. Los dos metros de estatura ayudaron al pívot del equipo de Mieres de baloncesto, equipo de la cuarta categoría nacional. Una comunión evitó que Parada pudiera estar en Cádiz, pero no que pudiera ver el encuentro junto al resto de invitados. Su novia Ana, leonesa y oviedista desde que la temporada pasada presenció el "Santa Bárbara Bendita" en homenaje a los mineros en el choque frente a la Cultural, le acompañaba.En su primera campaña completa como socia del Oviedo, la suerte le ha sonreído. "Les he traído suerte", destaca la leonesa, quien sonríe al ver al berciano Borja Valle, uno de sus paisanos, festejando el ascenso.

Mario Prieto, segundo entrenador del Vetusta, tampoco quiso perderse la celebración. En el anterior ascenso del Oviedo, , en la temporada 2008-2009, de Tercera a Segunda B, se encontraba como jugador en el balcón. Ayer fue uno más de entre las personas que rebosaba alegría en la Plaza del Ayuntamiento.

Con la ceremonia acabada en el Ayuntamiento, los actos se trasladaron de lugar. En la Plaza de América la fiesta continuó. Con Cervero erigido como maestro de ceremonias, multitud de aficionados festejaban junto al equipo. Uno de ellos fue Jonathan Losas, quien no pegó ojo en todo el día. Este aficionado llegó de su viaje a Cádiz en furgoneta, pero fue incapaz de dormir debido a la alegría que le produjo el ascenso. "Nada más llegar a casa, me puse a ver el gol por Internet y a leer todas las reacciones que había suscitado el encuentro", recalca.

Otro grupo de jóvenes aficionados también regresó de Cádiz en furgoneta. En esta ocasión, denunciaron el desamparo policial en la ciudad gaditana que únicamente les ofreció como protección que se cambiaran sus atuendos oviedistas por otras prendas. Sin embargo, Rubén Candás, uno de estos aficionados, aseguraba que "nos dieron igual los novecientos kilómetros de vuelta, eran los primeros que hacíamos en Segunda".

Una escena como la protagonizada por Sebastián García se repitió en muchos grupos de amigos. Este aficionado se abrazaba emocionado a algunos de sus compañeros de la peña "Resistencia Azul" junto a la fuente, mientras les decía "ya está, ya se acabó la Segunda B". Las ganas de abandonar la categoría de bronce se transformaron en realidad con lo sucedido en Cádiz.

Para la fiesta del ascenso llegó Julia Menéndez, procedente de Utah, Estados Unidos. Nada más dejar las maletas en su casa, se sentó a ver el partido por la televisión junto a su familia. Ayer festejaba el ascenso ataviada con el polo y la bufanda del Oviedo junto a su hermana Ana, quien también lucía orgullosa los colores del equipo de su ciudad.

La nómina de exjugadores azules también aumentó en la Plaza de América. Uno de los futbolistas de la plantilla de 2003, Jon Carrera, observaba a su excompañero Diego Cervero sobre la tribuna. Otro de los hombres de aquella plantilla, Jandro Martínez, también permanecía atento a los movimientos del conjunto azul celebrando el cambio de categoría. Jandro todavía se repone de su lesión en el cúbito, la cual se produjo durante su encuentro de playoff disputado con el Tuilla. Multitud de aficionados se dieron cita en las calles de Oviedo para celebrar un cambio de categoría que llevaban deseando doce temporadas. Lo hicieron con caras de ilusión, esperando no ser el último festejo de las próximas temporadas.