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Sergio Ramos consiguió el primer gol del Madrid con este espectacular remate de chilena.PACO PUENTES / EFE

Más dura fue la caída

El Madrid, que se adelantó con un golazo de Sergio Ramos, se desequilibra en el segundo tiempo y sufre su primera derrota

A Rafa Benítez ya no le cuadran ni los números. Después de pasarse semanas aferrado a unas cifras tan llamativas como engañosas, el técnico ya no tiene nada a lo que agarrarse para disculpar la mediocridad de su equipo. Tardó en llegar la primera derrota de la "era Benítez", pero llegó con estruendo. Y por sorpresa. Porque el Madrid salió como un tiro en el Sánchez Pizjuán y se adelantó con un golazo de chilena de Sergio Ramos. El gesto dolorido del sevillano tras caer sobre su hombro dolorido fue una premonición de lo que iba a ocurrir después. Como otras veces esta temporada, con la ventaja el Madrid dio un paso atrás y el Sevilla aceptó la invitacón. Llegó el empate en un fallo colectivo, en la defensa de un córner, y a partir de ahí el partido se abrió a cualquier desenlace. Cayó del lado del Sevilla porque lo buscó con más entusiasmo y jugadores como Konoplyanka pesaron más que las estrellas madridistas. El último cuarto de hora dejó una imagen inédita, con un Madrid entregado, expuesto a sufrir un correctivo de campeonato. En vísperas del clásico toca reflexión en la casa blanca.

Con Bale y Cristiano Ronaldo moviéndose por todo el frente de ataque, respaldados por un activo Isco y el trivote habitual, el Madrid recuperó de inicio su mejor cara, nada que ver con su deprimente partido frente al PSG. En un escenario intimidante, el Madrid ejerció de líder y en diez minutos atemorizó al Pizjuán. Un cruce providencial de Mariano frustró el típico gol de Cristiano y sin tiempo para recuperarse del susto, Sergio Rico vio cómo un trallazo de Nacho se estrellaba en su poste derecho y culebreaba por encima de la línea.

Pese a su trabajado armazón defensivo, el Sevilla no era capaz de tapar todas las vías de agua que abría el Madrid. El gol pudo llegar de cualquier manera, pero lo hizo en una de las especialidades de la casa blanca: saque de esquina lanzado por Isco casi a la frontal del área, donde Sergio Ramos tuvo espacio para conectar una espectacular chilena que se coló junto al poste de un sorprendido Sergio Rico.

Salió caro el gol al líder porque diez minutos después Ramos se marchó del campo y el Madrid, que ya había bajado el pistón, mostró su peor carea. Banega, Vitolo y, sobre todo, Konoplyanka entraron en juego y cuatro minutos después de la despedida de Ramos llegó el empate. Inmobile, un delantero con muy poca credibilidad en Sevilla, aprovechó la indecisión de los defensas madridistas y de Casilla en un córner muy cerrado para marcar casi sin ángulo en el segundo palo.

El empate convenció al Sevilla de que estaba haciendo lo correcto y decidió plantear un duelo de tú a tú con el Madrid. Con Kroos de nuevo en un tono discreto y Modric menos intervencionista que otras veces, el ataque blanco quedó a expensas de la capacidad de desequilibrio de Isco y Bale. Porque Cristiano, un día más, estaba desaparecido. En cambio, las individualidades del Sevilla no paraban de crecer. Sobre todo Konoplyanka que, con el apoyo de Tremoulinas, convirtió la banda izquierda en una vía hacia el éxito. Por ahí empezó la jugada que, tras una pared con Inmobile, permitió al ucraniano dar el pase de la muerte a Banega, que se adelantó a tres madridistas.

El 2-1 disparó las alarmas del líder y Benítez reaccionó dando entrada a James por un Isco sin ángel. Volvió el dominio del Madrid, pero sin la claridad ni el poderío del comienzo. Y, encima, Cristiano Ronaldo falló lo que nunca falla tras un robo de Modric. Hasta que, en un minuto, el guiño del destino se vistió de blanco sevillista. Rico respondió con un paradón al cabezazo de Casemiro en un córner y en la siguiente jugada Casilla sólo pudo seguir con la mirada el testarazo marca de la casa de Fernando Llorente. Faltaba un cuarto de hora, pero el Madrid se rindió. Bajó los brazos y el Sevilla jugó a placer. James maquilló el resultado en el último segundo.

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