Al margen de lo que ocurra el miércoles, o del desenlace de la Liga y de la final de Copa, Luis Enrique se irá del Barça como un triunfador. Aunque el ocho de diez en títulos se quede en un ocho de trece, el entrenador gijonés habrá dejado en el Camp Nou la semilla de algo mucho más importante: la recuperación de la cultura del esfuerzo. No hace falta ser tan explícito como Piqué -"cuando llegó Luis Enrique estábamos en la mierda absoluta"-, pero todo el mundo recuerda cómo aquel equipo del "Tata" Martino había dejado de competir. El Barça de Luis Enrique ha ido a menos, como ocurre siempre con las plantillas y los entrenadores sometidos a este nivel de presión. Pero a "Lucho" nadie le puede negar que lo ha intentado. En el peor momento de su ciclo, tras el 4-0 de París y con la decisión tomada de marcharse a final de temporada, el asturiano ha buscado la reacción de todas las maneras posibles: adelantando el anuncio de su marcha y removiendo el repertorio táctico para activar al equipo. Guardiola llevó al Barça a la excelencia. Luis Enrique le ha devuelto el orgullo y el gen ganador.
