El esperpéntico verano del Avilés, con dos equipos disputándose el derecho a representar el fútbol de la ciudad en Tercera, acabó con ocho jugadores emigrando a Cáceres: Marcos Torres, Luismi, Álex, Alberto, Keko, Nacho, Juan Carlos y Pablo Suárez. La lucha entre el dueño del club, José María Tejero, y el gestor en la parte final de la pasada temporada, Álvaro López, tuvo víctimas colaterales, jugadores aficionados a los que no quedó más remedio que coger la maleta para integrarse en un proyecto ambicioso. Poco dinero, con el aliciente de luchar por lo que les negaron aquí: el ascenso a Segunda B.

A sus 28 años, Nacho Méndez creía que ya se le había pasado el arroz para buscar un trampolín lejos de Asturias. Había ascendido a Segunda B con el Oviedo, el Langreo y el Caudal, y quería completar el póker con el Avilés. Cuando, hace dos años, le llamó Pablo Lago aceptó el reto, pese a que "todo el mundo me comentaba que el Avilés era un club peculiar". Con peculiar, Nacho se refería a los problemas de impagos que sufrían los jugadores con Tejero en la presidencia. "Daba bastante que hablar", admite.

Nacho Méndez firmó por dos temporadas y al final de la primera, tras una buena Liga, empezaron los problemas: "Cuando caímos en el play-off, nos dejaron de pagar el último mes y las primas". La continuidad del entrenador animó al centrocampista a cumplir su segunda temporada: "En el verano decían que lo iban a solucionar, pero llegamos a acumular otros tres meses sin cobrar. Fue duro porque gastábamos dinero para ir a entrenar, cinco días a la semana, más el partido. Y yo vivía en Oviedo".

"Quizá todo eso hizo que fuéramos más piña en el vestuario", añade Méndez, que ante la falta de soluciones por parte de los dirigentes prefirió aislarse: "Me dedicaba a entrenar y cuando estaba a casa lo dejaba todo de lado". La llegada en diciembre de IQ Finanzas, la empresa a la que Tejero cedió la gestión, permitió a los jugadores avilesinos cobrar los atrasos y centrarse en lo deportivo. El Avilés se metió en la promoción, pero Nacho volvió a quedarse a las puertas del ascenso. Lo peor, de todas formas, estaba por llegar.

Desde Cáceres, Nacho todavía no se cree lo que ocurrió. "Fue durísimo, se me pasaron muchas cosas por la cabeza. Juego al fútbol para disfrutar y hacía de todo menos eso", recalca el centrocampista, que admite sus dudas sobre la opción de pasarse al equipo que estaba armando Tejero: "Pude tener la tentación, pero no la intención. IQ siempre demostró que íbamos a estar respaldados. Nos dio las máximas facilidades para venir a Cáceres o buscar otro equipo".

Nacho fue el último de los ocho en llegar a Cáceres: "Me costó porque era un giro importante en mi vida. Me decidí porque esperaron por mí y me lo pusieron fácil". Tras integrarse en la plantilla e instalarse en Cáceres con su novia, cree que ha acertado: "He vuelto a tener ilusión. Es una ciudad bonita, con una afición acogedora. Con 28 años tengo la sensación de que estoy en el sitio correcto en el momento adecuado". Desde la distancia sigue al Avilés: "Es una pena que con esa ciudad y ese campo dé esta imagen. No sé cuales son los objetivos, pero sí el equipo que teníamos en pretemporada. Me da pena por los compañeros que se han ido allí. No soy nadie para señalar culpables, pero si IQ Finanzas hubiera comprado el Avilés estaría en otra situación".

Tras destacar en el Marino, Pablo Suárez (27 años) aceptó hace dos temporadas una oferta del Avilés: "Me llamó Tamargo y me dijo que querían hacer un equipazo. Además tenía amigos allí y la temporada anterior había sido tranquila. No hubo mucho que negociar". Deportivamente las cosas le fueron bien, pero volvieron los impagos: "Hubo gente que lo pasó mal por los tres meses que estuvimos sin cobrar. Gracias a la llegada de Álvaro se empezó a hablar sólo de fútbol".

"Tamargo me ofreció la renovación y cómo habían cumplido en todo, acepté", señala Suárez, que añade: "Lo que nunca me pude imaginar es que el Avilés tuviera dos equipos. Cuando empezamos a entrenar, Tejero asume la gestión. Ahí empieza la incertidumbre, a pesar de que Puebla y Tamargo siempre estuvieron muy cerca, explicándonos la situación". Por eso no aceptó cambiarse de acera: "Me llamó Iván Palacios, con el que había coincidido en el Luarca y el Oviedo B. Pero no me lo planteé porque con Tejero me tocó sufrir tres meses de impagos".

Aunque dudó, la oferta del Cacereño fue un alivio: "Es un proyecto importante. Quieren subir a Segunda B pronto y dar el salto al profesionalismo. Me mejoraron las condiciones, pero lo que más me tira es lo deportivo. Lo hablé con la familia y decidimos que era lo mejor". La incertidumbre sobre el recibimiento se disipó pronto: "Es gente muy acogedora. Estamos bien en Cáceres y con el equipo. Hay cinco o seis veteranos y el resto, chavales. Nos tratan muy bien y hacemos piña con todos".