Locos por verte ganar

Quince años sin derbi con el Oviedo como local son demasiados, de ahí el gran ambiente y la expectación en el Requexón, donde los jugadores del Oviedo parecían dioses en vez de futbolistas. Los despertadores de los oviedistas sonaron ayer muy pronto. Media hora antes de la sesión, programada para las 10.30 horas de la mañana, el aparcamiento ya estaba a rebosar y los aficionados esperaban expectantes la salida del equipo al campo de entrenamiento. Anquela la retrasó unos minutos, quizá por jugar con la expectación, y, cuando faltaban cinco para las once, los jugadores salieron del vestuario como si fueran a la última batalla de sus vidas.

Los oviedistas formaron un pasillo humano a los futbolistas en la puerta del campo de entrenamiento y hasta los utilleros fueron ovacionados. Anquela decidirá hoy, pero si de los aficionados del Requexón dependiera, Fabbrini estaría hoy en la lista de 18 para jugar ante el Sporting. El italiano fue uno de los más vitoreados. "Se le ve muy bueno, esas pierninas tan delgadas van a dar mucho juego", decía Alfredo Luengo mientras aplaudía a Fabbrini.

Tampoco faltó la ovación cerrada a Anquela, actualmente la figura del equipo más querida por el oviedismo. El técnico estuvo ayer tranquilo y controlando la presión del ambiente. No le pasó como en el entrenamiento en el Tartiere previo al derbi de ida, cuando los aficionados le vitoreaban y el jienense se emocionó delante del Fondo Norte.

Hubo pocos cánticos, por eso de la hora y el frío, pero los goles en el partidillo se celebraban como si se tratase de la Liga. También se percibió cierto canguelo cuando el equipo ensayó penaltis en la última parte del entrenamiento. Al final llegó la lluvia. Hoy hay derbi.