Termina una nueva temporada de pesca en los ríos salmoneros asturianos (15 de abril a 15 de julio) con más sombras que luces. Es cierto que aumentaron las capturas con relación al año anterior, de 496 a 597, algo más de un 20 por ciento (101 ejemplares más). Pero la cifra queda aún muy lejos de la media de la última década, que se acerca al millar. Parece claro que no se puede pensar en un futuro optimista en el sector si no se mejoran considerablemente las condiciones de los ríos, tanto en su cuidado como, sobre todo, en las repoblaciones. Es cierto que entran menos peces porque, entre otras cosas, los esquilman en la mar, pero no es menos cierto que en toda la temporada, ni la administración regional ni la Confederación Hidrográfica se ocuparon de su mantenimiento. La maleza cierra los accesos, los árboles caídos a los cauces causan problemas, las riadas, frecuentes estos últimos meses, provocan argayos y desprendimientos que no se reparan y, en fin, por si esto fuera poco, en contra con lo que ocurrió la temporada pasada con la sequía, este año fue lo contrario, las fuertes lluvias dificultaron las capturas.

Todo esto, quienes mejor lo conocen y lo sufren son los guardas del Medio Ambiente del Principado. Los que viven día a día los problemas, las quejas de los afectados, mientras se afanan por cubrir amplios territorios y diversos menesteres. Asturias cuenta con cinco Centros de Precintaje: Xesteira (San Tirso de Abres), para el Eo; Casielles (Valdés), del Esva; La Rodriga (Cornellana-Salas), para el Narcea y Nalón; Portazgo (Cangas de Onís), del Sella y Piloña, y Panes (Peñamellera Baja), para el Cares. En todos ellos se aprecian síntomas de malestar y resignación. Un denominador común: la limpieza de los ríos, tanto dentro como fuera, no existe. Este año, ni los tocaron. "Estamos dejados de la mano de Dios", claman desde el Portazgo. Los accesos cada día están más difíciles y los pescadores se cansan de buscar entradas. El edificio de La Rodriga está a punto de ser bloqueado por la maleza. No se va a poder acceder.

En el Eo no se explican el descenso de capturas. "El río baja bastante bien, se vieron salmones pero no picaron", dicen los guardas. En el Centro de Casielles, con el Esva estancado en 10 ejemplares, sostienen que, aunque es el río más pequeño, sufre los problemas de todos los asturianos. "Tenemos la desgracia de que como es el más corto nadie se ocupa de él. Además de no limpiar las orillas en las zonas comunes, muchas fincas particulares lindan con el río, están abandonadas y es difícil llegar hasta los puntos de pesca y los pescadores renuncian. Se vieron pocos salmones, cada vez entran más tarde, pero en el recuento de setiembre seguro que nos da más de 200".

En el Centro de La Rodriga es donde encontramos las opiniones más contundentes: "Estamos medianamente contentos con las capturas de este año. La temporada estuvo bastante bien a tenor de su mal comienzo. Y, además, hay una cosa importante: se expandieron las zonas de pesca. Este año salieron algunos en cotos que antes no se ocupaban". A orillas del Narcea no entienden que el único afán sea acabar con los peces: "Vienen pescadores de otras comunidades y se extraña de que aquí se maten los salmones. Se trata de practicar deporte, no de matar salmones. Mejor sería no tocarlos durante un tiempo, pero no se puede impedir el deporte. Pero sin muerte. Hay muchos de fuera que los sueltan" y concluyen con que "hay que darle un giro radical a la pesca del salmón. Así no llegaremos lejos. No vamos a pretender que se recupere el esplendor de antaño, pero si no se toman medidas esto va a menos".

En el Sella la sensación tampoco es buena. Se vieron pocos salmones. Tenemos muchos obstáculos y si mejoramos algo las cifras al final es que entraron más añales que antes". En el Cares comparten la opinión: "Temporada floja, se vieron salmones, pero nada. La limpieza lleva años paralizada. No podemos seguir así".

Y así, en medio de este ambiente pesimista, ayer se cerró la temporada con una jornada en la que se capturaron 10 ejemplares. La mitad se echaron a tierra en el Narcea, todos en zona libre, a cargo de Alberto Noval Villa, de Pola de Siero, de 4,635 kilos, y otros cuatro pescadores que no facilitan sus nombres -otra novedad este año con la aplicación de la ley de protección de datos- con pesos entre 5,160 y 2,050 kilos. Tres los sacaron en el Sella, también en zona libre, Fernando Maza Urcola, de Cantabria, de 2,260 kilos; Francisco Antono Palacio García, de Cangas de Onís, 2,110, y un pescador de Villaviciosa que no dió datos, de 1,670. Y dos, en el Cares a cargo de Francisco Borja Bolado mantecón, de Santander, 2,450, en El Tilo, y Hugo Ramiro Rivas, de Panes, 2 kilos, en zona libre.