Las sonrisas el sábado en el garaje de Ferrari, las caras de preocupación y de tensión en el de Mercedes, cambiaron de tornas ayer a la hora de la verdad. Vettel había dominado con gran superioridad la clasificatoria pero bastó que cayeran ayer cuatro gotas cuando ya se habían disputado dos tercios de la carrera para que el alemán, líder en esos momentos, cometiera un error de principiante que le llevó a empotrar su Ferrari contra las vallas de seguridad. Y Hamilton no desaprovechó la ocasión. El sábado había acabado de rodillas llorando junto a su Mercedes tras sufrir un fallo mecánico que le condenaba a salir desde la decimocuarta plaza en la parrilla, pero el domingo entre la lluvia escasa pero siempre peligrosas en algunas curvas del circuito y su siempre prodigiosa conducción le llevaron a completar una remontada épica, asombrosa, que no sólo le vale para sumar su 66.ª victoria sino también para dar un giro sobresaliente a la suerte del campeonato. Vuelve a ser líder cuando sólo unas horas antes parecía que, por fin, había llegado la hora de que Ferrari tomaba el mando tras cuatro años a la sombra de los Red Bull y otros cuatro de la de los Mercedes. En 24 horas cambió todo y, puerta con puerta en los garajes, lo que eran sonrisas en Ferrari se tornaron lágrimas de frustración, y las lágrimas de Mercedes se transformaron en sonrisas de plena alegría.

¿Y Fernando Alonso? Pues ni frío ni calor, ni llorar ni sonreír. Otro día en la oficina, de papeleo, lejos en esta ocasión de poder luchar por entrar en los puntos; lejos de otro milagro como tantas veces ocurriera ya esta temporada. Salió undécimo el asturiano y llegó a rodar sexto estirando al máximo la vida de sus neumáticos, esperando una lluvia que anunciaba el radar pero que se hacía de rogar. El paso por el garaje le dejaba claramente sin opciones, de ahí que en cuando cayó la primera gota se la jugaran en McLaren. Se precipitaron. La lluvia sólo apareció en una esquina del circuito y en cuatro vueltas el ovetense se comió los neumáticos. Otro paso obligado por el garaje, un cuarto juego de neumáticos y caer con ello hasta la cola del pelotón antes de abandonar en el último giro guardando fuerzas, y piezas, para la cita de la próxima semana.

Lluvia y caos. Vettel supo hacer valer su pole para situarse al frente del grupo tras la salida y marcar un ritmo incontestable que abrió muy pronto una clara brecha en el pelotón, con Bottas, Raikkonen y Verstappen a su espalda. Pero el peligro venía mucho más atrás. Hamilton sólo necesitó 14 de los 67 giros a los que estaba programada la carrera para situarse ya en quinta posición. El inglés había superando a Fernando Alonso en la tercera vuelta, y en la 34.ª le doblaba, tal era la diferencia entre el Mercedes y el McLaren.

Con el cambio de neumáticos completado por todos los pilotos las apuestas se mantenían del lado de Ferrari, que dominaba con Vettel y Raikkonen por delante de Bottas, Verstappen y Hamilton. Pero cuando se cumplía la vuelta 45 apareció la lluvia. Escasa y limitada a una esquina del circuito (curva seis), pero suficiente para revolucionar la carrera. Los nervios se apoderan de los garajes y los ingenieros no tardaron en llamar a sus pilotos. McLaren es la primera que se la juega colocando a Alonso los neumáticos de agua. Se precipita. En cuatro vueltas se los come y se despide de la carrera. Nada tenía, con lo que nada pierde.

Los de cabeza intentan aguantar con los neumáticos de seco, pasando algunas curvas pisando huevos pero recuperando en la zona respetada por el agua. Vettel sigue al frente pero ya tiene a Hamilton en el retrovisor. Y el alemán paga los nervios. Comete un error de juvenil y se va contra la valla. El alemán llora por radio mientras sale el coche de seguridad y Hamilton se hace con el liderato de la carrera? y del Mundial. Con los ultrablandos y sin que dejara de llover en algunos puntos marca hasta tres vueltas rápidas consecutivas que le llevan a la victoria, no sin que antes tuvieran que sofocar desde el garaje un intento de rebelión de Bottas, que cuestionó su liderato tras relanzarse la carrera. Fuegos y juegos de artificio.

Paso del ecuador. El Mundial, así, hace su paso del ecuador de la temporada. Once carreras disputadas de las veintiuna programadas. Y Hamilton una vez más al frente, tomándose la revancha en casa de Vettel de la derrota sufrida hace dos semanas en la suya, Silverstone, ante el piloto germano. Suma 188 puntos por los 171 del de Ferrari, pero tan importante o más que la ventaja matemática es el impulso moral que le supone su triunfo en Hockenheim justo cuando acaba de ampliar su contrato con Mercedes hasta 2020 y los 40 millones de euros por temporada. Y Fernando Alonso que de manera increíble se mantiene en la octava plaza de la general con un McLaren que en estos momentos se disputa con Williams el triste honor de ser el peor coche de la parrilla.

Hungría y vacaciones. Superado el ecuador del campeonato los equipos aún deberán afrontar una última cita antes de iniciar las vacaciones veraniegas. Será el próximo fin de semana con ocasión del GP de Hungría, una carrera de muchos y buenos recuerdos para Fernando Alonso. Y es que en Hungaroring logró el asturiano su primera victoria en el "Circo" (2003 con Renault, repitiendo triunfo en 2010 con Ferrari), y allí también consiguió el que de momento es su último podio: segundo en 2014, el año de su adiós a la escudería italiana. Todo un ciclo olímpico, cuatro largos años, lejos del cajón. Además, en Hungría ha conseguido puntuar en sus tres últimas visitas con el McLaren-Honda, algo de un valor realmente superlativo dado el potencial del binomio chasis-propulsor: quinto en 2015, séptimo en 2016 y sexto el pasado ejercicio.