Va a recorrer 9.000 kilómetros en dos semanas para ser el único español en competir en la Copa del Mundo de bobsleigh adaptado. Ya ha ganado un bronce y una plata de un deporte del que no solo no hay ninguna pista en España, sino que en todo el mundo hay poco más de una docena. Su deporte anterior era el balonmano, pero lo tuvo que dejar tras perder una pierna en un accidente laboral. Se llama Israel Blanco, es de Corvera, y no le gusta que le pongan como ejemplo de superación. "Al final, tienes que tirar hacia adelante, salir del pozo", dice.

Israel salió hace dos sábados con su coche de Molleda, en el concejo de Corvera. Allí vive y se pone a punto en el gimnasio. Condujo desde su casa y atravesó cuatro países europeos: Francia, Dinamarca, Noruega y Alemania, donde ahora mismo se encuentra en un hotel, a la espera de competir este fin de semana. "Ahora el cuenta kilómetros del coche me marca 5.000 kilómetros. Hago jornadas de 13 y 14 horas pegado al volante", reconoce, sobre un pasión que arrancó hace cuatro años. "Fui a probar a Austria con un amigo y me enganchó", explica.

Salvo por los derechos de inscripción en la carrera, más una ayuda federativa, Israel se costea todo de su bolsillo. Calcula que va a pagar 2.000 euros por estar en una competición mundial, que ya empezó a disputarse previamente en Estados Unidos. "Allí no pude ir, es demasiado caro. Solo voy cuando tengo ahorrado, sino me quedo en casa y me tiro de los pelos viendo fotos por redes sociales", comenta.

Israel viaja en su coche automático por Europa. Antes de dedicarse a este gélido deporte, fue jugador de balonmano. Pasó por el Corvera y por el Oviedo. Sin embargo, un accidente laboral le truncó la vida. En unas obras en la carretera de Truvia, en Los Campos, se cayó de la estructura en la que estaba trabajando. Se enganchó las piernas y los brazos. Tras un año en el hospital y diez operaciones, no pudo salvar la pierna izquierda.

"Es algo que le puede pasar a cualquiera. No te puedes quedar metido en el pozo, tienes que tirar hacia adelante. No me gusta que me pongan como ejemplo de superación", reconoce. Su trayectoria en el balonmano eso sí no ha terminado. Sigue siendo presidente del Corvera Handball y también entrenador en el mismo equipo.

Israel espera que el bobsleigh se convierta algún día en deporte paralímpico. Para Pekín 2022, el Comité decidió no incluirlo, al no competir deportistas de tres continentes diferentes. Los otros dos requisitos -que haya más de 20 participantes y que estos sean de 15 país diferentes- sí los cumple. "Hay una opción remota de que esto cambie, pero es muy complicado. Si hubiera sido paralímpico quizás el Comité podría echarme una mano, pero de esta forma no pueden darme ni en céntimo", reflexiona.

A la espera de ese cambio, Israel compite con deportistas estadounidenses, letones, canadienses, británicos, noruegos y algún austriaco. El bueno es un tal Lonnie Bissonnette, de Canadá. "Salvo por este, hay bastante igualdad", confiesa Israel, aunque sí reconoce matices. "Cuando esto empezó estábamos todos más o menos a la par, pero ahora ya sí se nota que los que pueden entrar más se van escapando", cuenta. Lo dice porque él solo puede realizar un puñado de entrenamientos al año.

Su próximo objetivo, aunque complicado, es viajar al Mundial de Estados Unidos el próximo mes de marzo. "Creo que no voy a poder ir, salvo que encuentre ayuda económica", lamenta. Mientras tanto, buscará en Alemania seguir triunfando en la Copa del Mundo, a la par que llena la mochila de experiencias. Como la que vivió hace un tiempo en Suiza, a menos 20 grados bajo cero. "Estábamos todos en la cola para bajar y hacía tanto frío que tuvieron que poner secadores en el trineo para que no nos congeláramos", cuenta divertido un hombre, que aunque es el único español de su deporte no le gusta que le pongan de ejemplo.