Al margen de los resultados, que al final lo tapan todo, el empacho de clásicos nos ha dejado la sensación de que los Madrid-Barça ya no son lo que eran. Los tres partidos en menos de un mes han generado más ruido que juego, más futbolistas de reparto que actores principales. Desde 2009 hasta 2018, la rivalidad se encarnó en las figuras de Messi y Cristiano Ronaldo. Uno está lejos y el otro apenas tuvo incidencia en los partidos de la semana pasada. El miércoles pesaron más recién llegados, como Reguilón y Vinicius en un lado, y los acompañantes del "10" azulgrana, Dembélé y Luis Suárez en el otro. Y el sábado, con los referentes blancos desaparecidos y la clase media en su versión más gris, decidió el oficio de Piqué, el control de Arthur y la polivalencia de Sergi Roberto y Rakitic. Acabe como acabe la temporada, el Madrid debe afrontar una regeneración que le permita dar un salto de calidad, sin esperar a que la camada de jóvenes que ha reclutado en los últimos años explote definitivamente. Con el colchón de Messi, el Barça parece en el buen camino para ejecutar el relevo generacional. Ojalá los dos acierten para que los clásicos vuelvan a ser lo que fueron no hace mucho.