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El "cholismo" no se acaba en 90 minutos

Florentino Pérez y Zidane, en la presentación del entrenador francés. SUSANA VERA / REUTERS

Mientras junto a la Castellana recuperaban a un entrenador, en las proximidades del Wanda Metropolitano empezaban a dudar del suyo. Diego Simeone recibió tratamiento de genio tras el 2-0 a la Juventus, producto -entre otras cosas- de su planteamiento, que poco menos que había dejado en cueros a Massimiliano Allegri. Con la misma desmesura se trató el 3-0 del Juventus Stadium, un partido en el que el Atlético hizo básicamente lo mismo que lleva haciendo ocho años: defender y esperar el golpe definitivo. Después se puede debatir sobre los matices, pero la debacle señala más a unos jugadores que se arrugaron que al planteamiento del entrenador. Al margen, lógicamente, de la fortaleza de un rival que contó con el valor añadido de Cristiano Ronaldo. Tras el sorteo de los octavos de final, la Juve aparecía como clara favorita en la eliminatoria. Y eso, ni más ni menos, fue lo que ocurrió tras 180 minutos. Simeone tiene su parte de culpa, pero hora y media no puede acabar con el "cholismo".

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