Lo primero que hizo Mario Fernández Gorgojo tras volver de la ciudad rusa de Múrmansk, donde participó en el Campeonato del Mundo de natación en aguas gélidas, fue aprovechar un bono que tenía sin gastar en un spa. No lo dudo ni un momento cuando se lo propuso su mujer y los dos se fueron a celebrar los buenos resultados cosechados -segundo de su grupo de edad en 500 metros, sexto en 1.000 y quinto en 50- y a disfrutar del agua a una temperatura razonable. "Me posé un rato en la pileta del agua fría", bromea el naviego.
Lo que no esperaba el nadador asturiano es el nivel organizativo que se encontró en la ciudad rusa: "La organización era como si fueran unos Juegos Olímpicos, nos vinieron a recibir al aeropuerto (a él y al otro español que participaba, Diego López) y en el hotel donde nos hospedaron, que era de cuatro estrellas, nos agasajaron con un baile de bienvenida y nos pusieron a dos voluntarios rusos que sabían inglés para que estuvieran pendientes de nosotros todo el tiempo", explica.
El día que llegó, el jueves 14 de marzo, la temperatura era de -18 grados y él decidió salir a probarse con un primer baño helado. Al día siguiente compitió en la prueba de 500 metros, donde consiguió sus mejores resultados. "Me salió muy bien, quedé segundo de mi categoría y quinto de la clasificación general; pero entre el segundo y yo sólo hubo dos segundos de diferencia. El primero fue un rumano que estaba muy por encima de los demás", explica el nadador. Al día siguiente llegaba la prueba de 1.000 metros, la que tiene más opciones de ser olímpica en los Juegos de Invierno de Pekín 2022. Ahí las cosas también le fueron bien al de Navia, aunque tuvo poca suerte con la calle en la que le tocó nadar. "Me tocó una calle lateral, salí con buenas sensaciones y al que tenía al lado lo doblé dos veces, lo que me hizo pensar que iba muy rápido, pero cuando llegué y miré el tiempo había gastado 40 segundos más de lo esperado y no estaba demasiado cansado. A pesar de todo, quedé sexto de mi categoría y podía haber subido un puesto y en la general, en la que fui decimocuarto, podría haber quedado entre los diez primeros", explica.
Uno de los detalles que más le preocupaba a Mario era que la competición estuviera bien preparada para la recuperación. Y una vez más estuvo muy por encima de lo que esperaba: "Impresionante, tenías a una persona pendiente de ti todo el rato hasta que te recuperabas al 100%, al salir te abrigaban muchísimo y te llevaban a una sauna. En ella, antes de entrar a bañarte, te sientan con un balde de agua caliente, te desnudan y te empiezan a poner toallas mojadas en agua caliente y hasta que no sientes calor al meter los pies en el balde no te dejan entrar. Además, te hacen nadar con un cinturón naranja para que te puedan sacar rápidamente", añadía. No es para menos. Cuenta el propio Gorgojo que unos médicos con los que habló le contaron a lo que se exponía nadando con el agua a cero grados: "Un médico me dijo que nuestra temperatura baja a 30 grados, es casi como si estuvieras en coma. Es curioso porque hay estudios que dicen que el cuerpo, antes de que nos tiremos al agua, sube un grado la temperatura adelantándose a lo que le viene". Esta experiencia ha servido al asturiano para aprender cosas y para conocer a mucha gente de cara a proyectos futuros, como intentar organizar una prueba de este tipo en Asturias. "Estoy muy contento por el resultado y porque aprendí muchas cosas; hablamos con el presidente de la Federación Internacional y nos dio el visto bueno para intentar hacer una prueba en Asturias", explica.
Una experiencia tan positiva ha dado fuerzas al naviego para seguir peleando por el sueño de, si finalmente lo incluyen, estar en los Juegos de 2022. El siguiente objetivo: dentro de dos años el Mundial de Katowice (Polonia).
