"El día que casi vi una amarilla, lo pasé fatal. Llevo jugando toda la vida y nunca me han sacado una tarjeta". Lo dijo Leocadio Gómez, en una entrevista con LA NUEVA ESPAÑA. Ayer, falleció a los 71 años, tras una larga enfermedad. Jugó una temporada en el Avilés, durante la 65-66. Pasó por el Hispano y el Carbayedo. Jugó hasta que se lo pudo permitir en el arenal de San Juan, en Castrillón. "Nunca cometía una falta. Siempre tuvo una conducta intachable", explica Emiliano Barbas, con el que compartió vestuario aquel año.

Leocadio jugó de defensa. Eran central, aunque se desenvolvía también por el lateral izquierdo. De procedencia ariajana, empezó en los juveniles del Avilés con 14 años. Dio el salto al primer equipo con la mayoría de edad. No tuvo suerte y solo duró esa temporada. Debutó el 3 de abril de 1966 en un partido que el Avilés le ganó por cuatro goles a uno al Lieres.

Ese Avilés luchó por el ascenso a Segunda División. Perdió en la promoción de ascenso contra el Ourense. Los gallegos ganaron en la ida por la mínima y repetirían el mismo resultado en la vuelta. El equipo lo entrenaba José Noval, que venía, a sus 37 años, procedente del Caudal.

Aunque siguió entrenando con el Avilés, empezó a jugar con el Carbayedo. El 5 de marzo de 1967, contra el Valdesoto, lograría el ascenso a Tercera División. Fue titular en ese encuentro. Se mantuvo varias temporadas, contribuyendo a juntar a tres escuadras de la ciudad, el Avilés, el Ensidesa, y el propio Carbayedo, en categoría nacional.

Jubilado de Inespal, la empresa aluminera que hoy se conoce como Alcoa, gustaba de coleccionar recortes de periódico y vídeos de partidos antiguos. Frecuentemente los recopilaba y se los entregaba en discos a sus antiguos compañeros. "Era una persona educada y muy sobria. Nunca discutía. A veces de tan amable que era, resultaba molesto", bromea Barbas.

Residía en Piedras Blancas, muy cerca del campo de Ferrota. Allí jugó en las filas del Hispano durante buena parte de la década de los setenta. Se mudó allí cuando se casó con su mujer, María Rosa Álvarez. Tuvo dos hijos, Yolanda y Sergio Gómez. Buena parte de sus últimos días los pasó en un geriátrico avilesino. "Era una persona encantadora. No bebía, no fumaba, no trasnochaba. Siempre fue muy discreto para todo. Se merecía otro final", apuntó Barbas.

Falleció a los 71 años, presa de una larga dolencia. Fue un habitual de las cenas de veteranos del Real Avilés y el Ensidesa, hasta que la salud se lo permitió. Hoy, a las cinco y media de la tarde, se celebrará su funeral en la iglesia de Santa María, en Piedras Blancas. Su entierro será a continuación, en el cementerio de San Martín de Laspra.