Hablando de entrenadores, la semana acabó con un nuevo éxito de Pep Guardiola, que sumó su octavo título en tres de las ligas más fuertes del mundo: tres de cuatro con el Barça, tres de tres con el Bayern Munich y dos de tres, de momento, con el Manchester City. La de ayer con el mérito añadido de haberla conseguido frente al mejor Liverpool en muchos años, lo que le obligó a llegar hasta los 98 puntos, algo inaudito en Inglaterra. Frente a los que proclaman que todo empieza y se acaba en Europa, la gente del fútbol valora los torneos de largo aliento, esos en los que la la suerte u otros imponderables tienen menos incidencia que en los del KO. Lo saben bien en Liverpool, desesperados por estrenarse desde que en Inglaterra se implantó el formato de la Premier League. Y no se cansa de proclamarlo Zinedine Zidane, que disfrutó de su único título de Liga en el banquillo tanto o más que de sus tres "orejonas". Mientras le siguen atacando por sus ideas, por su forma de vestir o por su manera de hablar, Guardiola sigue alimentando un palmarés al que, a sus 48 años, no se le aventuran límites. De momento disfruta de un nuevo título en la liga más competitiva del mundo, en la que su llegada marca un antes y un después, una revolución en la cuna del fútbol.