Marzo es el mes de los derbis modernos. En grande o en pequeño. En modo profesional o en modo filial. Con 800 personas o con 30.000. En horario vermú o en modo nocturno, pero derbi al fin y al cabo. El Vetusta y el Sporting B protagonizaron ayer el aperitivo en el Tartiere a solo 21 días del gran festín en El Molinón. Y bien harían los mayores de tomar nota de los pequeños. Si siguen la estela a lo sucedido ayer al mediodía, el espectáculo está garantizado en pocas semanas. Ambos conjuntos dejaron un divertido partido para el espectador, con festín de goles incluido (5), muchos acercamientos y un ritmo de juego trepidante. Un buen vermú futbolero de domingo al sol con, además, gran dosis de deportividad, rivalidad bien entendida y respeto en el campo y en el banquillo. Entre el Vetusta y el Sporting B se nota buen rollo, cierto feeling en medio del frío polar institucional que mantienen ambas entidades desde hace justamente un año tras el último derbi en Gijón. Ayer, en el Tartiere, el Vetusta volvió a darse un gustazo ante el eterno rival (3-2) para prolongar una racha que asusta: siete derbis sin perder desde la temporada 2016-2017 y pleno de victorias en las dos últimas temporadas. Al Sporting B, endeble en defensa, no le bastó con el ímpetu de Bertín. Al Vetusta, en cambio, le sobró con el talento de Riki y un ejercicio de efectividad y seguridad.
