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"Pero si esto era un prao..."

Los recuerdos de Ana Lacalle, la fundadora del Oviedo Femenino: "Montamos un equipo a lo fato y míranos ahora"

Ana Lacalle.

Cuando las cámaras y los micrófonos apuntaban ayer al presidente del club, José Moro, escoltado por el alcalde, Alfredo Canteli (PP), y la directora general de Deportes del Principado (expresidenta del club), Beatriz Álvarez, Ana Lacalle, atenta a cualquier detalle en la primera fila del público, estaba como inquieta.

El Oviedo Femenino, su Oviedo, cumplía 40 años por todo lo alto (con felicitación de Pedro Sánchez incluida y bajo el sonido de gaitas) y ella retrocedía en el tiempo. "Dios mío. Yo, que monté un equipo a lo 'fato', y míranos aquí ahora". En la retina, un sinfín de anécdotas y vivencias de la persona responsable, junto al fallecido Luis Miguel Cienfuegos, de que el equipo referencia del fútbol femenino asturiano echase a andar. "Y yo no tenía ni idea de fútbol, eh. Ni sabía lo que era un córner. Era socia del Oviedo, pero iba por ir". La peripecia, que ahora pasa por una potente cantera, equipos en todas las categorías, fichajes internacionales y el objetivo de ascender a Primera, empezó, como muchas otras aventuras, en un bar. "A ver, si esto (señala a la rotonda de la Corredoria que ahora lleva el nombre del club) por aquellas era un prao. Aquí no había nada. Yo vivía en el Postigo, pero venía a cortejar a la Corredoria. Decidimos montar un partido de fútbol de mujeres aprovechando las fiestas, al principio iba a ser solteras contra casadas. Fue un éxito y cuando todo acabó las chavalas querían seguir. Y dije, oye, ¿por qué no? Yo soy muy meticona". Ese equipo, que en realidad no llegó a estar federado hasta dos años después, en 1982, se llamó el México, por el bar donde se reunían y donde planificaron la hazaña, muy cerca de la rotonda que ahora honra al equipo.

"Al principio no teníamos ni entrenador. Había uno fichado, pero la mujer no le dejó entrenar a paisanas y tuvo que dejarlo. Entonces se encargó Luis Miguel (Cienfuegos), que era mi novio por aquel entonces. En ese momento solo había otro equipo femenino en Asturias, Les Pieces", recuerda Lacalle. En esa primera plantilla, por cierto, figuraba Toña Is (extécnica de la selección española sub-17), gran amiga de Lacalle, vecinas por aquel entonces y ahora íntimas amigas.

La exdirectiva, que compaginaba la gestión del club con su trabajo en una tienda de decoración de la estación de autobuses de Oviedo, hace un podio de sus momentazos de presidenta, cargo que ocupó hasta 1992. Como cuando acudió a una reunión con la Federación y la recibió un veterano secretario, de unos 70 años. Ella tendría 25. "Poco tenéis que hacer eh. Mejor estabais fregando cacharros en casa", le espetó a ella y a su acompañante. Lacalle, que no era de las que se amilanaba, contestó con gracia: "Mira, me da tiempo a todo: friego y luego vengo a la reunión". Y así, con cierta dosis de humor, pero sin bajar la guardia, se ganó el respeto de la gente del fútbol regional. "Me tocó pelear con gente muy mayor y no les cuadraba una chica tan joven como presidenta de un equipo". Lacalle todavía se desternilla con las peripecias de las jugadoras: "Las armaban muy gordas". Un ejemplo, en un glorioso recuerdo del Oviedo. En el año 88, el Oviedo ascendía a Primera División en Mallorca y al Femenino lo vivió en San Sebastián, en la víspera de un importante partido y con la ciudad en fiestas. "Me dijeron que saldrían hasta la 1 y les dije que bueno, pero que fuesen en chándal y formalinas. Ni caso, llegaron a la hora, pero con un cachondeo...A mí me tocaba ser jefa y amiga, y era difícil".

Tan difícil era que todavía se acuerda Toña Is de la bronca que se llevó de la presidenta tras hacer novillos en un entrenamiento e ir a tomar algo a Las Salesas, o como cuando un grupo de jugadoras, enfadadas por el cutre vestuario que les había asignado un equipo asturiano (Lacalle no recuerda cual era), robaron botellas y tabaco de un almacén bajo el cabreo de la directiva. Aunque, asegura la ovetense años después, el mayor problema eran las madres. "Muchas no entendían que sus hijas jugasen al fútbol. Recuerdo una que la desapuntó porque otra le había dicho que eso era de paisanos. Coincidió que ella tenía 18 y podía firmar la ficha", rememora. Ahora, admite antes de finalizar, el fútbol femenino es otra cosa. "La gente antes era lo peor. Los paisanos iban a los partidos a ver a chicas en pantalones cortos. Eso cambió con los años. Ahora, eso sí, veo mucho peor comportamiento en las jugadoras, al menos los partidos que me tocó. Escupen, se insultan?Yo eso no lo hubiese consentido".

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