En mayo de 2003, cuando el Sporting asomó por el nuevo Carlos Tartiere para jugar lo que sería el último derbi en mucho tiempo, el oviedismo ya barruntaba el desastre. Pero Oliverio Álvarez, Oli, se empeñó en alegrarle aquella soleada mañana y, con un cabezazo en el minuto 56, le dio la victoria al Oviedo. Su celebración provocó una avalancha de aficionados, nada comparado con la sima a la que cayó el club dos meses después.
"Marqué en un buen cabezazo, a centro de Pablo Díaz. Estábamos muy mal, en la UCI, pero con el 2-1 todavía teníamos alguna esperanza de permanencia. Fue un partido matinal, del que se recuerda también la avalancha. Un chico se rompió la tibia".
"Lo que se comentaba antes del partido era que el Sporting nos podía poner la puntilla. Pero el equipo compitió bien aquel día. Fue un derbi bastante tenso, duro. Es verdad que tuve un enfrentamiento con Juanjo Valencia, nos agarramos por la pechera, pero nada fuera de lo normal. Estábamos en nuestro campo y había que apretar porque nos jugábamos mucho".
"En aquel momento celebramos a tope el gol porque nos mantenía con vida, pero fueron mucho más gratificantes los que marqué en Primera. Fue la época en la que se nos daban muy bien los derbis y conseguí marcar tanto en el Carlos Tartiere como en El Molinón".
