En poco menos de dos horas, todas las dudas alrededor del Liberbank Oviedo se disiparon como una bruma matinal. El conjunto de Natxo Lezkano se dio un baño de autoestima ganando de forma convincente en la pista de un Ourense que había iniciado la temporada a un gran nivel de juego, llegando incluso a regalar la victoria en la cancha del favorito Valladolid. Pero ayer el mejor, de largo, fue el OCB. Plantó unos sólidos cimientos defensivos, tuvo suficiente lucidez en el movimiento de balón y acertó de lo lindo desde la línea de tres. Hasta se permitió el lujo de tener un final tranquilo. Y todo eso dando la sensación de que puede jugar mejor y con su desatascador Brown tragado por un agujero negro.

Sin embargo, la puesta en escena no fue demasiado buena para el Liberbank. Henríquez y el viejo conocido Van Wijk empezaron como aviones para dar ventaja inicial a los locales (9-2). Poco a poco, los de Lezkano se fueron asentando, a lo que ayudó la entrada desde el banquillo de Kabasele y su gran presencia interior. Pese a las dos faltas rápidas de Frey, la nulidad de Brown y las pérdidas, el Oviedo aguantó el tirón (21-20) al término de un primer cuarto que registró el debut de Saúl Blanco. Fue precisamente la primera canasta de Saúl con la camiseta del OCB la que estrenó las ventajas visitantes.