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Ciclismo | La Vuelta a España, en su paso por el Principado

Vine, rey entre la niebla de Fancuaya

El australiano se impuso en Yernes y Tameza tras liderar una fuga | Evenepoel aguantó el liderato

Jay Vine entrando en la meta del Colláu Fancuaya. | Efe

Jay Vine se convirtió ayer en el primer rey del Colláu Fancuaya al aprovechar el australiano la fuga de grandes protagonistas para en la durísima subida final de Yernes y Tameza atacar con fuerza y lograr así su segundo triunfo en solitario, tal y como hizo hace dos días en el Pico Jano de Cantabria. Segundo en la meta fue Marc Soler, tras una buena reacción entre los escapados, y demostrar que está en gran forma, como lo dejó claro ganando hace dos días en la meta de Bilbao.

Mientras que en la general, Remco Evenepoel supo afrontar de frente el marcaje de los rivales en este puerto asturiano de 10 kilómetros con una media de 10,1 por ciento de desnivel y demostrar que cuando se le llama el pequeño Merckx es porque tampoco se arruga en los grandes retos. Prueba de ello es que fue tirando del grupo y dejando a la mayoría atrás para mantener un duelo espectacular con Enrique Mas, Primoz Rogliz y Carlos Rodríguez. Ayer el estreno de la Colláu Fancuaya fue un sensacional espectáculo y sacó matrícula de honor. Hoy habrá la segunda traca con ese muro final naveto de Les Praeres.

Se esperaba mucho de la primera subida al Colláu Fancuaya y el recorrido, el paisaje y la entrega de los grandes ciclistas favorecieron que esta montaña asturiana tenga asegurado el futuro en próximas ediciones de la Vuelta a España. Los aficionados disfrutaron con el espectáculo, aunque la niebla no dejó ver toda la grandiosidad del Paraíso.

La escapada del día se formó en el puerto de salida de La Colladona, donde Vine, Marc Soler y Taaramae se diputaron el premio de la montaña. A ellos se unieron Mikel Landa, Reichenbach, Lutsenko, Pedersen, Hamilton y Armirail, que logró que enlazara Thibaut Pinot para tomar el grupo 1-25 ya en Moreda y llegar a 4-05 en Turón para subir el puerto de la Mozqueta. Hubo momentos donde el asturiano Dani Navarro y, entre otros, Valverde y Carapaz, estuvieron a punto de enlazar, lo que hubiera reventado y dinamitado totalmente la carrera. Por detrás le tocó perseguir todo el día a los compañeros del líder Evenepoel, que regulaban la distancia sobre los cuatro minutos, subiendo también Santo Emiliano por la cuenca del Nalón y pasando por Mieres camino del Tenebreo. En los de cabeza Pinot tenía dos compañeros, especialmente Armirail, que tiró muy fuerte para asegurar la fuga de cara a disputar la victoria. En la fuga iban varios ganadores de grandes etapas en Tour, Vuelta, Giro, campeonatos del Mundo y de otras grandes carreras. Entre ellos, Taaramae, que en su día ya ganó en el estreno de La Farrapona. Colaborando bien entre ellos estaba claro que la victoria de etapa iba a ser para uno los fugados, porque Evenepoel arropado por su equipo solo quería controlar la fuga para que no tomara más de cuatro minutos. Así sucedió y así mantuvo el liderato el belga Evenepoel en otra etapa asturiana, que en su estreno ha enamorado al ciclismo español.

El análisis de José Enrique Cima

Los componentes de la fuga inicial en la etapa entre Laviana y Colláu Fancuaya podrían ser jefes de fila en muchos equipos internacionales. Algo que no suele suceder casi nunca en una gran vuelta. Como rápidamente tomaron cuatro minutos de ventaja, intentar anularles iba a ser muy difícil porque colaboraban bien por delante y por detrás la paliza solo se la pegaban los compañeros del líder. Lo bueno de los perseguidores es que trabajaban como un reloj suizo, perfectamente sincronizados. Y así, en cuanto los fugados tomaron 4-10 minutos saltaron las alarmas atrás. Se apretaron más lo pedales y se rebajó la ventaja a 3-45.

Fue como jugar el gato y a el ratón con la diferencia de que en cabeza había muchos campeones que ahora tenían mucho retraso en la general y eso permitía un poco de relajación en la persecución.

Lo que está claro es que desde hace dos años llegó una sabia nueva al pelotón donde hay tanta juventud triunfadora que asusta: no se sabe hasta dónde llegaran ni cuándo se les acabaran las fuerzas. Como se dice en la actualidad, viven la vida al día y no ven ni piensan más allá de la etapa de mañana. Claro que esto tiene una ventaja: las carreras van más rápidas y las estrategias no son tan encorsetadas.

Eso lo agradecen los aficionados con el espectáculo que reciben y más viniendo de chavales que apenas tienen 20 años. Todo un lujo si pensamos que hasta hace poco a un corredor se le consideraba en plena madurez con 28 años –entiéndase la época de Indurain– y ahora pasan de juveniles a profesionales sin practicar en amateur.

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