Cervera y Ramírez, gestos que delatan dos estilos

El entrenador azul, por su comportamiento no verbal, es mucho más frío en el trato y mantiene las distancias, mientras que el rojiblanco es muy tímido

Los entrenadores.

Los entrenadores.

José Luis Salinas

José Luis Salinas

Miguel Ángel Ramírez y Álvaro Cervera representan dos estilos totalmente diferentes, no solo en la disposición de sus equipos y en la forma en la que los hacen jugar (cuando lo hacen), también en su comportamiento en el banquillo y ante las cámaras, cuando les toca rendir cuentas y hacer valoraciones previas o posteriores a un encuentro. Ramírez (o MAR) es mucho más reservado, un tímido de manual, que todavía se va haciendo a la sala de prensa, que tiende a gesticular más bien poco y que todavía tiende a marcar la distancia, pero por mera inseguridad. Para Cervera, aunque también se la nota a la legua que lo de ponerse delante de las cámaras no le gusta, tiene la situación mucho más controlada y no solo por la veteranía.

Empezando por Gijón, podría decirse que Ramírez tiene dos caras, una en el banquillo, en el trato con sus jugadores; y otra cuando tiene que dar la cara frente a los medios de comunicación. En el área técnica se siente mucho más cómodo y se le nota. Se mueve con fluidez, protesta con asiduidad y es muy comunicativo con sus jugadores. Incluso cariñoso y cercano.

La otra cara la muestra cuando está en la sala de prensa. Se nota que ese es un lugar en el que se siente desprotegido, a la intemperie. Lo delata su escasa gestualidad, la forma de sentarse –muy rígida y hasta algo incómoda– y, sobre todo, le traiciona la forma en la que coloca sus brazos sobre la mesa. Los hace reposar como si estuviera a la defensiva. Como una barrera ante quienes le van a cuestionar sus planteamientos sobre el terreno y van a poner en entredicho sus decisiones durante el partido. Hay veces, como tras el partido contra el Mirandés, en el que directamente esconde los brazos detrás de la mesa.

En líneas generales el entrenador canario tiene un estilo de comunicación reservado, con una gestualidad mínima. Es algo típico de las personalidades introvertidas, que tienden a mostrar menos gestos y expresiones faciales mientras hablan en comparación con las extrovertidas. También puede ser una estrategia, una forma de intentar poner el énfasis en lo que está diciendo en lugar de expresarlo mediante gestos. Estas personas suelen acabar cometiendo algún que otro patinazo por esa falta de confianza frente a las cámaras, como le pasó al propio Ramírez hace poco al comprar el gol con la actitud de las mujeres en las discotecas. Unas palabras que tuvo que rectificar y que, como dicen los que lo conocen, en privado nunca hubiera pronunciado. En la capital el estilo es diferente. Cervera no es un entrenador demasiado dado a la gestualidad cuando está en el banquillo. No hay tanto acercamiento a sus jugadores, ni tanto cariño. Hay quien lo conoce que asegura que puede estar días enteros (incluso semanas) sin hablar con los futbolistas por muy importantes que sean para el equipo. Una frialdad que choca con lo intenso que luego quiere que sea el equipo sobre el césped. En las ruedas de prensa, Cervera gestualiza bastante (todo lo contrario que Miguel Ángel Ramírez), lo que suele ser sinónimo de que se siente algo más cómodo y seguro. Usa mucho las manos para enfatizar los puntos que considera importantes y así transmitir una imagen de confianza.

Es llamativo que casi en cada una de las preguntas que se le hacen tiende a echar la cara hacia atrás, lo que supone una estrategia de comunicación con la que quiere imponer una cierta distancia con su interlocutor. Es también una muestra de poder, de tratar de dejar claro quién es el que está al mando del barco: por algo lo llaman el Almirante. Tiende a tocarse la barba y acariciarla cuando le hacen alguna pregunta, lo que puede ser una señal de atención y que está reflexionando sobre la respuesta, tomándose el asunto en serio. Es una forma de ganar tiempo y una señal de respeto hacia el interlocutor.

Esa menor timidez de Cervera hace que esté más suelto durante las ruedas de prensa y que caiga en muchas menos trampas y sea hasta capaz de intercambiar los papeles con los periodistas.

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