Champions League

El Real Madrid salva otra vez al fútbol español con Lunin y la defensa como estandartes

El equipo de Ancelotti superó al Manchester City en la tanda de penaltis tras un partido heroico en el que resistió todas las acometidas y vuelve a ser el único representante nacional vivo en la Champions

La noche de Lunin: "El trabajo siempre tiene recompensa"

Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EFE

Denís Iglesias

A España solo le quedaba el Real Madrid. Como casi siempre, después del descalabro del Atlético y del FC Barcelona. La esperanza para preservar el orgullo de la que un día fue la Liga de las estrellas. Una responsabilidad tan grande como la de su historia frente a un equipo diseñado para ganar. El Manchester City busca lo mismo que el gran dominador de la competición, pero no es un objetivo, es un fin. Es la lógica del fútbol moderno de la que forma parte. Los madridistas llegaron a la prórroga en un ejercicio encomiable de resistencia. Una demostración de dignidad que no admite discusión y que evidenció la capacidad de este equipo para adaptarse a todos los registros. Los penaltis, anotados por los defensas y Bellingham, fueron la recompensa merecida a la resistencia.

Lucía el trofeo de la Champions en el Etihad. Cortesía del ganador, pero era anticipatorio del carácter del partido. Una final improvisada. El cuadro, los cruces y todas las combinaciones posibles no importaban. Era un duelo entre el gran dominador de la competición, que podría bautizarla, y un aspirante del fútbol moderno. El Manchester City de Guardiola, la némesis del Real Madrid, el equipo que ha convertido el carácter triunfador en hereditario. Liderado por Ancelotti, el gestor de los mil registros, al que le viene perfecto que le reduzcan la categoría.

El Real Madrid rompe todas las estadísticas

El conjunto blanco es el único que saca el orgullo por el fútbol español, aunque cuando juega tenga a medio país en contra. Es la carga de ganar o estar cerca de hacerlo siempre. En la ida el vestuario blanco se había conjurado. El 3-3 había sido una lección de buen juego. Solo con dos zapatazos se había deshecho la madeja defensiva que ha convertido en virtud. El Real Madrid no suele encajar, lo que unido a su mandíbula de hierro le confiere un carácter casi invencible.

UEFA Champions League - Manchester City vs Real Madrid.

UEFA Champions League - Manchester City vs Real Madrid. / Peter Powell / EFE

Guardiola es un técnico de probeta, del que han aprendido el resto. La matemática avanzada que ha sido probada con éxito en tantos formatos. Pero el Real Madrid es el Real Madrid. No es evidente, esto quiere decir que, pese a lo que se piense habitualmente, el conjunto blanco no gana ni pierde de cualquier manera. La suerte es un factor a tener en cuenta, aunque no decisivo en el caso de un ganador de 14 Champions. Se han escrito tantos tópicos que ignoran el principio socrático del equilibrio, a través del que se construye la grandeza.

Esto es algo que se entiende mucho mejor desde las líneas enemigas. Antes de cada enfrentamiento se preparan miles de estadísticas que no les favorecen. El Manchester City no perdía desde 2018 en Champions. Había marcado tres goles de media en cada partido de la presente edición. La estadística parece que no le pertenece, aunque sí la historia, que es lo que cuenta verdaderamente en estos enfrentamientos.

'Hey, Jude' y una tanda que recompensó la resistencia

Quiere Florentino que el Real Madrid juegue la Superliga y eso le libraría perfectamente de su grandeza, que es compatibilizar las noches mágicas de Europa con el tour nacional. El que destapa las filiaciones regionales que generan la pregunta de: "¿Por qué eres de un equipo a tantos kilómetros de tu casa?". Porque hay personas que apuestan por una relación sana con el deporte que le brinde alegrías y orgullo. No hay nada de malo en eso. Al revés, es la confianza que permite el mejor rendimiento de los jugadores.

No tiene grandes tradiciones el Manchester City y una de ellas fue perjudicial. Los 'skyblues', acostumbrados a ser plato de segunda en Manchester, ponen el 'Hey Jude' al inicio de los partidos. La elección se remonta a 1968, cuando el club ganó su segundo título de liga. El último gran éxito antes de que Abu Dhabi construyese una isla entre los ladrillos. Y claro, el encuentro empezó con una oda al que se preveía como el gran enemigo: Jude Bellingham, el inglés que solo quiere a su país cuando va con la selección. La consecuencia: una jugada con la que el mediocentro hizo girar el mundo a su alrededor y que terminó con el gol de Rodrygo.

Solo podía tener el brasileño la llave de la eliminatoria. A partir de ahí empezó un asedio inevitable que puso al límite a fuerzas de un equipo que no está acostumbrado a jugar tantísimo tiempo en bloque bajo. Pero de nuevo, solo el Real Madrid puede jugar con un nudo en la garganta tanto tiempo. Sin su portero titular, sustituido por un Lunin que se olvidó de los errores del pasado para ser el gran héroe. Quedará un rastro permanente de sudor en el Etihad de Carvajal y Mendy. En el espacio aéreo de Manchester sobrevuela Rüdiger, capaz de anular a Haaland una vez más. Así, hasta coronar una nueva obra blanca para celebrar una nueva clasificación.

Jude Bellingham celebra su gol en la tanda de penaltis ante el Manchester City.

Jude Bellingham celebra su gol en la tanda de penaltis ante el Manchester City. / Dave Shopland