El mundo del motor está de luto. Dos competidores del Rally “Villa de Llanes” –piloto y copiloto– murieron este sábado trágicamente en las laderas del Fito debido a un impactante accidente: se salieron en una curva a derechas en las proximidades de la cantera y su coche, un Seat Marbella, se estampó brutalmente contra uno de los pretiles que evitan la caída al vacío. Las víctimas son los cántabros Jaime Gil, el conductor, de 39 años, y Diego Calvo, de 30, su acompañante.
El dramático suceso ha conmocionado a la afición. La prueba se detuvo tras conocerse lo ocurrido y la organización decidió establecer la clasificación tal como iba al final del séptimo tramo.
El accidente se produjo a las tres y cuarto de la tarde. Era el citado séptimo tramo de una carrera que ya había pasado antes por el alto que une Arriondas y Colunga. El Marbella de Gil y Calvo era uno de los últimos de los 134 participantes que pasaban por el lugar. El ascenso estaba hecho, quedaba solo la bajada del Fito.
Poco antes de llegar a la cantera, Gil y Calvo entraron fuerte. El coche derrapó, se fue al lado izquierdo de la carretera y, según las imágenes (vídeo y fotos), impactó de lado de forma perpendicular y por la puerta del piloto contra el pretil de hormigón de unos 70 centímetros de anchura.
Este entró como un misil en el habitáculo y las medidas de seguridad del Marbella resultaron insuficientes para proteger a los dos ocupantes. Tras el brutal impacto, Gil murió en el acto, mientras que Calvo entró en parada cardiaca momentos después y no fue posible salvarlo.
En el mismo sitio se había producido antes otro accidente. El lugar no es una de las zonas más peligrosas del Fito Norte. Se trata de una curva de tipo medio a la derecha a la que se llega muy rápido.
El puñado de espectadores que allí había salió corriendo hacia ellos. Poco pudieron hacer. La puerta derecha del vehículo se abrió con el golpe.
A la zona acudieron también rápidamente varias patrullas de la Guardia Civil, dos ambulancias de Transinsa y miembros del Servicio de Emergencias del Sepa. Estos últimos tuvieron que excarcelar al copiloto, que había quedado atrapado en las entrañas del vehículo y que falleció mientras era trasladado.
Según iba avanzando la tarde, se sucedieron escenas de rabia e impotencia. Agentes de la Guardia Civil y operativos del 112 se ocuparon de regular el tráfico, con el puerto acordonado evitando el paso de ciclistas y coches. Entre los pocos pilotos que descendían a pie el monte y los miembros de la organización, caras largas, disgusto y angustia. Sus pensamientos estaban “con las familias de los fallecidos”. La vía se abrió finalmente al tráfico a media tarde.