La victoria del Unicaja Banco Oviedo este domingo ante el Almansa (85-63) tiene un valor enorme, un valor que quizás no se perciba tanto por cómo se desarrolló el encuentro, en el que los locales dominaron desde un primer cuarto que se llevaron por un parcial de 28-10 que dejó muy claras las intenciones y la concentración con la que el equipo ovetense salió al parqué.
El tiempo que ha tenido para engrasar la máquina Natxo Lezkano con el parón de la LEB Oro ha sido fundamental para reconstruir una plantilla que ha sufrido una mutación enorme, pasando de un base como Harald Frey, uno de los mejores de la competición, a un equipo en el que las rotaciones y los jugadores que ocupan varios puestos diferentes priman en la plantilla.
El hecho es que los refuerzos parecen haber sido acertados, con un Olle Lundqvist capaz de subir el balón con garantías a pesar de sus 2 metros de estatura y un Paul Jorgensen que tiene una mano excepcional. El primero anotó 13 puntos, cogió 5 rebotes y dio 5 asistencias y el segundo hizo 14 puntos. También Atencia demostró que puede aportar mucho al conjunto. Pero también un partdo para que volvieran a ofrecer su mejor versión gente como Kamba y McDonnell, que después de haber brillado en el inicio de la competición, estaban atravesando por un pequeño bache. Fueron los dos máximos anotadores del equipo, con 15 puntos cada uno.
El duelo estuvo controlado todo el tiempo, con intentos de acercamiento por parte de Almansa que nunca fructificaron y una ventaja que estuvo en torno a los veinte puntos hasta el final. Una buena concentración defensiva sirvió para tapar algunos agujeros propios de un equipo que aún está conociéndose y que tiene todavía trabajo por hacer. Un trabajo que ahora se podrá hacer con la tranquilidad de saber que este OCB ha vuelto y aún puede dar muchas alegrías.
