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Un triplete vertiginoso y muy oportuno

“No fueron goles muy bonitos, pero la victoria nos da un respiro”, asegura Sergio García, que marcó tres tantos en cinco minutos para el Avilés

Sergio García, ayer, en el Suárez Puerta. | Mara Villamuza

En apenas cinco minutos, Sergio García de la Iglesia (Zamora, 8-8-89) pasó del anonimato de una temporada discreta a entrar en la historia del Real Avilés. Porque es el protagonista del “hat-trick” más rápido del club blanquiazul y porque, salvo desastre final, será una de las claves de la permanencia en Segunda RFEF. Sergio García no pudo quedarse con el balón del partido de Móstoles, pero sí tendrá para siempre el recuerdo con uno que le proporcionó ayer el Avilés, con las firmas de todos sus compañeros.

“Hice un triplete con el Zamora hace dos años, pero aquello fue en Tercera División”, explica García sobre lo excepcional de lo ocurrido entre el minuto 61 y el 66 en el césped del campo de El Soto, en Móstoles. “Fue algo impensable”, reconoce el delantero. “Lo comenté después con los compañeros, que en el campo no fui consciente de que había sido todo tan rápido. El primer gol fue en una entrada de Cedrick por banda, llegó hasta el fondo y me la pasó al primer palo. El segundo, en una jugada parecida, la tocó Iago Díaz y me llegó a placer. Y el tercero, en un balón al espacio, me quedó botando y lo enganché de volea a la escuadra”.

“No fueron goles muy bonitos, la verdad”, añade Sergio García, que quiere compartir el éxito con sus compañeros: “Marqué yo, pero la clave fue el trabajo del equipo para ganar un partido crucial porque el Móstoles también se jugaba mucho. La victoria nos da un respiro para afrontar las tres jornadas que quedan con más vitalidad porque si llegamos a perder estaríamos en la cuerda floja. Ahora lo vamos a encarar de otra manera, sabiendo que lo tenemos más o menos encarrilado”.

Sergio García marcó en cinco minutos más goles que en los 1.010 de sus 25 partidos anteriores: “Ha sido un año difícil en cuanto a minutos. No conté mucho para Chiqui y Astu, pero con Cañedo estoy teniendo más continuidad y con la suerte de hacer goles. Para los que jugamos arriba saber que el entrenador confía en ti es muy importante. Esa confianza la estoy llevando al campo y me está saliendo bien”. Con contrato hasta el 30 de junio, García sabe que su explosión goleadora no le garantiza su continuidad en Avilés: “Prefiero no hablar de ello y centrarme en los tres partidos que quedan”.

El triplete del domingo permite a Sergio García acercarse a su media goleadora, entre seis y ocho por temporada: “Un año, en el Valladolid B, marqué nueve”, puntualiza sobre el trampolín que le permitió debutar con el primer equipo, en Primera División. Fueron solo 56 minutos en el Nuevo Zorrilla frente al Villarreal. “No tuve la suerte que siempre necesita un futbolista. Me subió Onésimo y justo en ese partido perdimos y lo echaron. Llegó Clemente y no contó con la gente del filial”.

La del Avilés es la segunda experiencia de Sergio García en el fútbol asturiano, ya que jugó en el Oviedo entre 2013 y 2015, en Segunda B. “Estaba muy a gusto en Oviedo y me dolió muchísimo no poder jugar en Segunda. No tenía cláusula en caso de ascenso y me tocó marchar y buscarme la vida por otro lado. Después de tantos años, que el club consiguiese ascender y me echasen, me dolió. Pero los que estamos en este mundillo ya estamos acostumbrados”.

Según Sergio García, la del Oviedo no fue la última oportunidad de reengancharse al fútbol de elite. “Me fui al Cartagena, jugamos un play-off de ascenso y pasamos la primera eliminatoria, pero no pudo ser”. Tras dos temporadas en Cartagonova, el delantero se marchó al Toledo, también en Segunda B, para volver a su tierra y ayudar al Zamora a subir a Segunda B.

El pasado verano atendió la oferta de Astu para recalar en el Avilés, donde ha tenido menos protagonismo del que esperaba, ya que el del domingo en Móstoles fue el primer partido en el que completó los 90 minutos. Y los aprovechó a conciencia, sobre todo esos cinco que permitieron al Avilés pasar de 1-1 al 1-4. Al final le pidió el balón al árbitro y se lo llevó al vestuario, pero finalmente se quedó en Móstoles tras reclamárselo un empledo del club: “Lo esperaba porque en esta categoría no sobran ni balones”.

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