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Montañismo | Semana "Ciudad de Oviedo"

Javier Camacho: "La rutina de la vida es un torbellino y escalar me ayuda a escapar"

El montañero zaragozano cierra las jornadas del Palacio de Congresos transmitiendo "la belleza de la naturaleza" que encontró en 2018 en el Everest

Javier Camacho, ayer, antes de su ponencia. | Miki López

"Es tan bonito y tan grande aquello que podemos ver e inmortalizar que incluso merece la pena jugarse muchas cosas muy importantes". Hace cuatro años, en 2018, Javier Camacho recibió una noticia fatal cuando se encontraba en plena ascensión del Everest. Ya había subido hasta el campo 3, a unos 7.100 metros de altura. Su íntimo amigo, fiel compañero, Juan José Domínguez, perdía la vida mientras escalaba una pared en el núcleo morciniego de Otura. "Para mí hacer cumbre se convirtió incluso en más importante. Quise dedicarle la ascensión". Esas instantáneas sobrecogedoras adornaron ayer su exposición en la Semana de Montañismo "Ciudad de Oviedo", que sirvió de clausura.

Camacho tardó solo un mes en hollar el Everest, tras precipitar su subida por una ventana de buen tiempo, que previsiblemente facilitaba la ascensión. "Con el tiempo no sé si fue la mejor idea, la verdad. Porque no estaba al cien por cien: tenía una faringitis, que me derivó en una infección en el pulmón. Mi intención era ascender sin la necesidad de oxígeno artificial, pero lo terminé usando a partir de los 8.000 metros". Entre otros problemas, sufrió ceguera de la nieve cuando ya descendía y tuvo que llamar a su mujer para advertirle de que igual era conveniente preparar un rescate que se presentaba de lo más arriesgado. "Siempre digo que la rutina de la vida es como un torbellino: presenta problemas, estrés diario... Y escalar me ayuda a escapar de todo eso".

Este policía nacido hace 51 años en Zaragoza reside desde hace más de dos décadas en Pamplona. Lleva toda la vida entre montañas. Desde que era crío. Con 8 subió el Astazu, su primer 3.000. Desde entonces no se ha parado y, siempre junto a sus cámaras, ha afrontado las cimas más importantes del planeta. Ayer fue ponente del día de la Semana de Montañismo "Ciudad de Oviedo". Pudo explicar una de las razones más poderosas que le llevan a poner todo en juego con sus ascensiones. Porque este apasionado y genuino fotógrafo no escala para sí mismo, ni "por deporte". Lo hace para trasmitir a los demás la belleza, natural, inmensa, e indescriptible que esconde la madre naturaleza.

Javier no solo persigue las más altas cimas del planeta, también busca con sus imágenes dejar un legado. Concienciar a la sociedad de la necesidad de cuidar el entorno mostrando realidades y parajes increíbles a los que no todos tienen acceso. Entre todas las fotos, tiene especial cariño por una imagen del Everest. Explica que se trata una fotografía nocturna donde se observa su tienda de campaña, el glaciar de Khumbu y se puede apreciar la Vía Láctea. También hizo cumbre en el Lhotse, además de Alpamayo y Aconcagua en los Andes, McKinley en Alaska, Ama Dablam, Khan Tengri. Experiencias que le dan aire para sobrellevar los problemas del día a día.

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