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Segunda División | El partidazo de Asturias

Un partido ¿para sufrir?, por Melchor Fernández Díaz

Sporting y Oviedo igualan en goles marcados, pero los rojiblancos, defensivos, los rentabilizan más que los azules, que conceden demasiado en jugadas de estrategia

Mossa se dispone a sacar de banda, con Cumic y Leschuk a la espera, en el derbi de la primera vuelta, disputado en el Carlos Tartiere LNE

Todos los Sporting-Oviedo, y viceversa, tienen un interés subjetivo, pero no todos son objetivamente importantes para los dos a la vez. En esta ocasión las dos cosas coinciden. Sporting y Oviedo se juegan el sábado en El Molinón algo más que dar a sus seguidores la satisfacción de ver como muerde el polvo el principal de sus rivales. Para los rojiblancos se trataría de apuntalar su posición para clasificarse para la promoción de ascenso y para los azules, alejarse del peligro del descenso. De momento, ninguno de los dos está acuciado por una angustia al respecto. Pero saben que, al que pierda, pasará a acecharle esa amenaza. También, que el empate sabrá a poco. De antemano parece un partido para sufrir.

E Cuanto menos, más. Al Sporting y al Oviedo les separan 16 puntos en la clasificación. Los dos han marcado el mismo número de goles: 35. Pero mientras al Oviedo le han marcado 35, al Sporting solo le han hecho 24. Y eso es lo que establece la diferencia. En la actual Segunda nada puntúa tanto como que te goleen poco. El Espanyol y el Mallorca, que encabezan la clasificación, comparten la peculiaridad de ser los que más puntos suman y los que reciben menos goles. También figuran entre los que más marcan. El Sporting, que lleva toda la temporada metido en los puestos de play-off, picaría más alto si hiciera algún gol más. Y los problemas del Oviedo serían menos, e incluso es posible que se convirtieran en esperanza, si encajara menos. Todo tiene que ver con la forma de jugar de cada uno, en lo que, como es lógico, tienen mucho que ver los entrenadores.

E Un Sporting muy defensivo. El Sporting de David Gallego es un equipo muy defensivo. Juega con cinco defensas, en la medida que Javi Fuego es un central más y los laterales ejercen muy poco de carrileros (algo más, cuando los que juegan en ese puesto son Guille Rosas y Pablo García). Y todo el equipo apoya la tarea defensiva que lideran unos excelentes Mariño Y Babin. Más que de sorprender al contrario, el Sporting está más preocupado de que el rival no le sorprenda. Puede sonar a exageración decir que el Sporting juega más para atrás que para delante, pero es así; o casi. A lo largo de un partido cualquiera a Mariño le ceden el balón muchísimas veces. No hace falta ser muy suspicaz para pensar que, si hubiera público en las gradas de El Molinón, el Sporting no se atrevería a hacerlo por sistema, porque su afición se le habría rebelado. Tanta prudencia tiene como contrapartida que de esas jugadas nunca sale un contragolpe que sorprenda al contrario, pues cuando el Sporting retoma la intención de jugar para delante con un envío largo, ya sea del portero o de un defensa, el equipo rival ha tenido todo el tiempo del mundo de organizarse para contrarrestar. El Sporting sorprende pocas veces, no juega con fluidez, pese a contar con centrocampistas con la calidad de Manu García, y las ocasiones de gol que crea son escasas. Si, más o menos, son suficientes, se debe al estado de gracia de Djurdjevic. Si esta temporada no le hubiera encontrado iluminado, su equipo lo estaría pasando mal.

E El Oviedo, derrochador en su área. Sin contar con un goleador destacado, el Oviedo ha marcado hasta ahora tantos goles como el Sporting. Su problema está en los goles que recibe. De momento, 35, tantos como ha marcado. Solo siete equipos de Segunda le superan como goleador en lo que va de temporada. Y solo ocho han encajado menos goles que él. De acuerdo con esos números debería estar en la mitad superior de la clasificación. Sin embargo, lleva toda la temporada moviéndose en la parte de abajo. Una posible explicación a ese desajuste está en el reparto de los goles, sobre todo, de los recibidos. De los 34 partidos disputados hasta la fecha solo en siete de ellos el equipo carbayón ha logrado mantener su portería a cero. Junto con el Fuenlabrada, el Oviedo es el “rey del empate” de la categoría, con 16 igualadas. Solo ha ganado ocho partidos, uno más que los dos colistas. Su fragilidad defensiva le pasa factura. Pero esa fragilidad es selectiva. No padece tanto por su sistema de juego como por la contumacia en errores concretos. El mayor, su debilidad al defender las jugadas de estrategia, en las que ha recibido muchos goles. Por sistema, no es un equipo defensivo. Sabe crear espacios y utiliza bien las bandas. En la derecha Sangalli y Nieto son capaces de crear ocasiones de gol. Y en la izquierda brillan, aunque no tantas veces como sería deseable, la calidad y el poderío imaginativo de Borja Sánchez. Pero, ya porque carezca de un goleador de oficio o porque le falte acierto o decisión de cara a la portería, el equipo no logra desnivelar a su favor ese empate crónico que, al hacerle avanzar paso a paso, le impide alejarse del peligro.

E No será un partido más. Si nos atenemos a la clasificación, al Sporting y el Oviedo les separa actualmente una considerable distancia. Pero en un derby no cabe hablar de favoritos porque esos partidos son diferentes, haya público en las gradas o no. De los disputados al vacío hay hasta ahora dos precedentes, con una victoria del Oviedo y un empate. En la temporada pasada el partido de El Molinón se disputó a la altura de la jornada 35, una más que en esta, y, si dejó algo para el recuerdo, aparte del ruido de la polémica entre las directivas, por fortuna ya disipado, fue la extraordinaria jugada de Borja Sánchez que lo decidió y el gol anulado a Babin en el minuto 86 que hubiera dejado el resultado en empate. ¿Qué nos dejará este? Los dos equipos llegan especialmente exigidos por causa de sus resultados más recientes. De antemano parece un partido para sufrir. A distancia, por supuesto. Luego la alegría irá por barrios.

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