Los números cantan las carencias del Sporting. No es por casualidad que su defensa es de las más goleadas. Ayer falló una vez más, sobre todo al principio. La importante baja de Meré no encontró en Lillo la cobertura adecuada. Y Amorebieta jugó una vez más hipotecado por una amonestación temprana. Por si fuera poco, Isma, descentrado como pocas veces, añadió también inseguridad. Pero aunque la inseguridad defensiva es tal vez el problema más grave del Sporting en esta infausta temporada, las limitaciones se perciben en todas las líneas. Llama la atención constatar lo mucho que le cuesta al equipo encontrar la salida desde su propio campo, lo que convierte en habitual el recurso de retrasar el balón a Cuéllar para que lo rife con un patadón. Ayer el medio campo rojiblanco no existió en el primer tiempo y sólo se recompuso a medias en el segundo, con el voluntarioso esfuerzo de Sergio y la intención de Nacho Cases, no siempre respaldada por el acierto. En cuanto al ataque, Abelardo probó ante el Eibar una solución al margen de Cop, algo razonable, porque el croata viene contribuyendo muy poco a articular el juego de ataque. Pero ni Borja Viguera ni Carlos Castro aportaron gran cosa. En fin, el Sporting llega al final de la primera vuelta con demasiadas carencias y, lo que es peor, sin soluciones a la vista. ¿Las está buscando?