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Periodista deportivo de Salamanca

Un artista de la economía de guerra

Torrecilla coqueteó con el ascenso a Primera en el Salamanca mediante dos plantillas "low-cost"

La primera tarea que alcanzó a Miguel Torrecilla cuando llegó a la Unión Deportiva Salamanca fue la de imaginar. Recién estrenado su cargo de director deportivo a principios de 2007 tuvo que concebir un equipo nuevo, en medio de otro que se deshacía a la misma velocidad que crecía la diferencia de puntos con el ascenso a Primera. Su primer objetivo era ganar una guerra que tenía perdida de antemano: tratar de convencer para que se quedara a un entrenador, Javi López, que ya sabía que marchaba.

De vuelta de un Salamanca post-ascenso y vitaminado con estrellas como Carlos Vela, Torrecilla tuvo que confeccionar otro mucho más ajustado la delicada situación económica de la entidad. Y como dinero no podía ofrecer, le tocó poner encima de la mesa una fuerza menos poderosa pero que también mueve montañas: la ambición.

Así forjó sus dos temporadas, con jugadores y entrenadores sin ningún nombre, pero con muchas ganas de triunfar. Todo ello en un Salamanca que miraba el descenso como el cataclismo final y el ascenso como la única forma de salvarse. Es decir, el hambre con las ganas de comer. El entrenador que se hizo cargo de su primer proyecto era un tipo que conocía la Segunda División por los cromos de Panini. Juan Ignacio Martínez, hoy famoso por sus siglas (JIM), dirigió una plantilla con hombres que serán rivales del Sporting la próxima temporada, como Alberto Cifuentes o David Rodríguez.

Aparte de buen ojo, también tiene paciencia. Su primer Salamanca empezó rematadamente mal. Con tres derrotas seguidas y un tufo a descenso que si se hubiera querido, se habría olfateado desde Asturias. Pero cuando la lógica del fútbol moderno habría dictaminado cortarle la cabeza al entrenador, el director deportivo se puso a fajar. Y le salió bien, porque esa UDS habría jugado la promoción de ascenso a Primera si en esa época hubiera existido tal posibilidad.

En su segundo año, repitió la fórmula del éxito. También porque no le quedaba otra opción. Con un presupuesto similar, es decir de 1,7 millones de euros, ideó otra vez una nueva UDS que sólo tenía un objetivo: sobrevivir. Para ello se apoyó en futbolistas como Salva Sevilla, Miku o un tipo que venía de salirse con el Barbastro. Un tal Miguel Linares. Todos ellos son futbolistas que hoy gozan de un nombre en este deporte. Un status que se empezó a forjar en la ciudad charra. Con ellos, la UDS fue campeona de invierno, aunque luego quedó lejos del ascenso.

Precisamente la figura del atacante que hoy milita en el Real Oviedo es la que mejor resume su modus operandi. Traer a un delantero que conocen él y otros cuatro. Tener la fortuna de que ese nueve marque las diferencias para después poder sacar pasta por él. Algo totalmente atípico en la Segunda División de la pasada década. Y que para unas arcas acostumbradas a la inanición se pueden imaginar lo que supone.

En resumen, Miguel Torrecilla es un contable experto en hacer presupuestos con una economía de guerra. Un artista capaz de pintar cuadros con plastidecor. Una figura que sabe hacer tiempo para sus proyectos, aun cuando al entorno le coman las prisas. En Salamanca, con dos plantillas "low cost" coqueteó con el ascenso a Primera. Un hecho que en la capital charra hace que se le recuerde como una de las últimas grandes figuras de un equipo que ya ni siquiera existe.

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