Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Escritor

La alegría del pueblo

Me gusta esa nueva costumbre que tienen las televisiones de meter las cámaras en los vestuarios de los equipos para que el espectador pueda ver y escuchar la última consigna antes de saltar al campo. El pasado sábado fue muy grato oír a Ramis, entrenador del Almería, cómo emplazaba a sus jugadores a salir y disfrutar. Ese deseo o dulce mandato se comenta que viene de algo similar que Cruyff dijo a sus pupilos antes de disputar la final de la Copa de Europa contra la Sampdoria. Si algo tenía de inspirador Cruyff era su visión alegre y disfrutona del fútbol, su rebeldía contra el rigor espartano y la lujuria de la responsabilidad.

Ignoro lo que Anquela dijo a sus futbolistas porque las cámaras ya no llegaron a tiempo de captar ese instante. Tal vez cueste ver invitando al placer a un entrenador de naturaleza más agónica y sufriente, pero la alegría no sólo emana de la irresponsabilidad. También por el esfuerzo puede alcanzarse la fiesta. Para Juan Antonio Anquela parece estar hecho aquello de primero la obligación y luego la devoción. Me imagino a los jugadores del Oviedo como cuando de críos volvíamos de la escuela con ganas de posar los libros y distraer la cabeza hasta que nuestras madres nos echaban el alto y nos dejaban muy claro que, antes de salir a jugar a la calle, había que hacer los deberes.

Sea como sea, lo que más agradó del Oviedo contra el Almería fue el entusiasmo y el acierto (a ratos) con que jugó al fútbol. Y lo mismo podría decirse del equipo andaluz. Las ganas de vivir, la vitalidad, siempre son contagiosas. Y eso es lo que los azules transmiten, independientemente de la obviedad de los resultados. Para el oviedista no es poco, acostumbrado como estaba en exceso a buscar un sitio donde quedarse. No tendremos grandes lujos ni seremos los favoritos, pero al menos que corra el aire. Y si hay tareas duras que afrontar, hagámoslo como quien cose y canta. La historia reciente del Real Oviedo ha descartado de por vida el tópico injusto e irreal de que éramos un equipo señorito y de señoritos. En el fútbol no hay más nobleza que jugar con generosidad. Garrincha, el célebre extremo brasileño, era en teoría, por sus características, la persona menos dotada para ser deportista. Hasta un psicólogo de la selección brasileña dijo de él que era "un débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo". Sin embargo, Garrincha es recordado con cariño por la afición con el sobrenombre de "La alegría del pueblo".

Que a la hora de jugar los partidos el Oviedo pensemos todos en Garrincha.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.