La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De cabeza

Mark y mi barba

La larga espera por un derbi en el Carlos Tartiere

Hasta mediados de la semana pasada me dejé crecer la barba más de lo habitual. La opinión generalizada barajaba la posibilidad de que me iba a pasar al club de los barbudos. Nada más lejos de mi intención. Aunque tengo en ese numeroso club a alguno de mis mejores amigos, la razón de la barba era una razón de mayor peso: con motivo del estreno del Episodio VIII de la saga de "Star Wars" se publicaron varias entrevistas con Mark Hamill, el actor que interpreta a Luke Skywalker. Después de apariciones fugaces en episodios anteriores, en el nuevo, declara contento, por fin me dejan hablar.

Aquel querubín rubio del comienzo es hoy un señor de barba y sesenta y seis años. Aunque yo no tenga aún su edad, comparto su alegre perplejidad porque vuelvan a ocurrir cosas que nunca creía que volverían a pasar.

Durante mucho tiempo, el derbi para la afición oviedista era una galaxia muy lejana. No había forma de retomar la saga, así que nos consolábamos revisando en bucle las primeras entregas. Aquellas en que se mezclaban con Chewbacca y Yoda Jerkan y Manjarín. Comprendí entonces que a Hamill le fue creciendo la barba de puro esperar. Y como la imitación es tantas veces un acto reflejo, decidí dejarme barba a principios de año: la voz de Luke Skywalker lo merecía, la sombra del derbi en el Tartiere me la imponía.

La clave de esta relación me la dio el propio Hamill: "Nunca pensé que volvería a pisar el Halcón Milenario", que es como decir: nunca pensé que se volvería a jugar un derbi. Algo que se pensaba a las dos orillas de la rivalidad. El oviedismo con ansiedad; el sportinguismo con regocijo.

El "Halcón Milenario" sería un trasto, pero lograba zafarse de las naves punzantes e insidiosas del Imperio.

El Oviedo ha dado no pocos tumbos transitando por peplums y películas de serie B. Filmes en los que Maciste se enfrentaba a los extraterrestres a golpe de espada y fuerza bruta. Mientras, no había forma de reparar la nave de Han Solo para que regresara al espacio interestelar. Sin embargo, no hay fiesta que cien años dure y las manos grasientas de tanto hurgar en motores gripados dieron con la clave. Se suele decir que el descenso a Segunda División te devuelve a la cruda realidad. La verdadera y cruda realidad del Sporting fue saber que, como el dinosaurio de Monterroso, al despertar, el Oviedo aún seguía ahí. Pronto convirtieron la sorpresa en pan comido. Es lógico, no se va a dar ninguna ventaja al rival por mínima que sea. Pero la realidad, como ya dije, es cruda.

Ni asturianía ni forofismo, el derbi merece prolongarse porque es una saga exitosa, como "Star Wars". Apelo sin rubor al sentido más comercial del asunto, al George Lucas que llevo dentro. En cuanto al fútbol, los rojiblancos vienen animados y con ganas. Nosotros esperamos serenos y manteniendo a raya la euforia. Mal haría el Oviedo y el oviedismo en volverse locos y sobredimensionar el partido.

Como insinué al principio, la barba me la afeité. Aunque sea una ingenuidad, quiero parecerme todo lo que pueda al Fernando que vio su primer derbi en el viejo Tartiere.

Compartir el artículo

stats