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Pablo González

EN TERRITORIO COMANCHE

Pablo González

El bicho y las valkirias

Nadie está libre del bicho. Ni el Sporting. El rojiblanco Traver ha caído, como anteayer lo hicieron dos jugadores del Oviedo. Cada vez son menos los equipos profesionales libres de positivos en coronavirus. El maldito virus se resiste a convertirse en historia. Toca amoldarse, dejar de ir de discotecas y fusionarse con la mascarilla hasta que la autoridad competente ordene lo contrario. Lo primero es la salud. La de los chavales azules y rojiblancos infectados no reviste gravedad. Pero el panorama general pinta a que, por mucho empeño que ponga Tebas, la Liga va camino de acumular positivos, confinamientos y cuarentenas. Sin olvidar el follón del "caso Fuenlabrada". La última es que un juez deportivo de la órbita de Rubiales ha sentenciado que el equipo madrileño debe ser castigado con el descenso a Segunda B por los contagios de sus jugadores. ¿Y quién ocuparía su plaza? Sorpresa, sorpresa... La charca en la que quieren convertir al fútbol español gana terreno y va camino de torpedear los restos de lo que el covid deje en pie. Lo que parece cada vez más evidente es que el fútbol tendrá que cambiar el protocolo contra el coronavirus o asumir que llegará un momento en el que tendrán que jugar los juveniles. De todas formas, si el tumulto tabernario entre papá Tebas y el cuñado Rubiales sigue adelante va a ser mejor encerrarse en la habitación a escuchar música. Pero ni a Bach ni a Mozart, y mucho menos a Wagner. Eso queda para la guerra psicológica contra el Vietcong aplicada a base de la wagneriana "Cabalgata de las valkirias" por el coronel Kilgore (Robert Duvall) en "Apocalypse Now" y para la tóxica convivencia en algunos despachos municipales de la capital. Eso sí que es un virus chungo, muy chungo.

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