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EN TERRITORIO COMANCHE

Pablo González

La isla de las sensaciones

Todo son sensaciones. Sensación de que Abascal acabó llorando en posición fetal buscando el consuelo materno después de que un antiguo camarada le recordara que estuvo tirando del teto de la caja común durante quince años por enarbolar la bandera del PP. Sensación de que en cualquier momento la figura de cera de turno va a comparecer a través del ventanuco para mandarnos (otra vez) de vuelta a casa por eso del covid. O sensación de que los equipos de la tierrina juegan como nunca y pierden (o empatan) como siempre. Cierto es que el Sporting lo hace menos que sus vecinos, y que los de Gallego tuvieron en Málaga arrobas de valentía que parecían extinguidas a domicilio en el universo rojiblanco. En La Rosaleda el Sporting pisó el área rival más de lo habitual para demostrar que la falta de gol no se cura como un catarro. Precisamente otra sensación es la de que sin los goles de Djuka hay poco que hacer si nadie complementa al ojito derecho. La sensación en la isla de las ídem es que lo que ha ocurrido con el serbio es que se le ha adelantado la racha que tiene todos los años y que ahora se anuncian tiempos de sequía. Aunque como en este fútbol gobernado por la cofradía del dodotis lo que se valora en un delantero es que domine el arte de la maratón y que un defensa sea experto en pases de 40 metros al pie, mejor no seguir por ahí. Y lo de la sensación de que la pésima y lenta salida del balón que tiene el Sporting, y que desespera hasta en La Gomera, no se arregla ni sentando a Javi Fuego, mejor para otro curso.

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