No hay nada como remontar, que el muchacho de oro recupere la sonrisa y seguir entre los mejores para olvidarse de todo lo que está pasando ahí fuera. El sportinguismo vuelve a enseñar la dentadura gracias, entre otros, a Manu García. Los creadores de mitos del sportinguismo - hoy creyentes a pies juntillas, mañana los más crueles miembros de la Santa Inquisición- ya ven en la quinta del chupete de La Asunción a la reencarnación de aquellos "yogurines", como los bautizó Laureano Tuero, que eran unos tal Luis Enrique, Abelardo, Manjarín, Juanele... A los de La Asunción todavía les queda mucha cuajada, carne y carbohidratos que llevarse a la boca. La cosa pinta bien, pero, como dijo Luis Aragonés tras sumar una nueva victoria a su currículum: "Ganamos, pero sin presumir". Tampoco hay que irse tan lejos para buscar a alguien con los pies en el suelo. Tranquiliza comprobar que David Gallego, hasta ahora el verdadero culpable de que el proyecto de los "Javis" Rico y Fernández vaya a todo trapo, no se salga del guion desde el primer día. Nada de euforias. Nada de ir encargando los voladores y los fuegos artificiales. Nada de dejar un resquicio a que alguien pueda pensar lo que no es. Se ha impuesto el "partido a partido" de tal manera que da la sensación de que en realidad no se cree lo que está ocurriendo. Pero, tal y como está el mundo real, nada como un sueño húmedo de vez en cuando, aunque a Gallego no le guste.