Nostalgia de Buenavista

El recuerdo de un estadio que olía a Farias y que nunca debimos abandonar

Julio Llanos

Julio Llanos

Adiós 2023. Finalmente se fue y, como nos canta "Mecano", ya pasó uno más. Echaremos de menos a los que partieron con él, para no volver, seguro que rondaran por nuestras cabezas en forma de recuerdos. Ir al Carlos Tartiere, además de felicidad, cada vez me produce más nostalgia. Imagino que esta sensación se acrecienta con los años, faltan seres queridos y esos asientos que ocupaban son recuerdos incluso de nuestra antigua casa.

Bocanadas de un Farias que vuelan en la dirección del viento, almohadillas que si la cosa se torcía acababan por los aires rumbo al césped, transistores en manos pegadas a la oreja, gabardinas, boinas, pañuelos al aire si el trencilla la liaba o si el Oviedín marcaba un golazo, incluso si se quería pedir la cabeza del entrenador o presidente de turno, la quiniela en el bolsillo por si acertabas los 14.... Son recuerdos del viejo campo, al que mucha gente siempre llamaba Buenavista y del que nunca nos debimos ir.

Los recuerdos en el nuevo son diferentes, menos nostálgicos por la cercanía en el tiempo y más fríos, como el propio fútbol. La trayectoria del club en el nuevo estadio marca claramente una gráfica en forma de U. Inaugurado en lo más alto, rozando la desaparición y ahora en clara trayectoria ascendente.

El año recientemente finalizado trajo también una dinámica con varios picos. En enero, el equipo salía de un momento complicado en la tabla tras la transición Bolo/Cervera incluso llegando a soñar con el play-off en mayo, situación similar a la que vivimos ahora, tras el transito Cervera/Carrión de septiembre, pasando de estar en el fondo de la tabla, a el sueño actual y común que tanto nos ilusiona.

Llegan los propósitos, el ánimo o intención de hacer o dejar de hacer algo en el año recientemente estrenado. A mí se me ocurre uno, no dejarse llevar por la euforia en los buenos resultados puntuales, generando expectativas desorbitadas, alimentando egos y provocando frustraciones al menor contratiempo, y tampoco echar todo por tierra en la derrota, provocando inseguridades y faltas de confianza. Unión, sentido común y proyecto.

El inicio del estrenado año no pinta mal, se retocará la plantilla y se recuperará gente de esa enfermería tan concurrida. Mirar la clasificación ya no produce escalofríos.

Por último, un deseo, conseguir que el formidable número de socios que tiene la entidad se traduzca en una mayor asistencia, asunto que se le puede demandar al aficionado, pero en el que el club debe seguir trabajando como está haciendo, para mejorar accesos, ocio y servicios en general.

Que 2024 sea el año, que nuestros hijos puedan vivir algo similar a los que nosotros vivimos y que algún día puedan recordarlo dándose cuenta de que fueron felices, que conviertan esa nostalgia en agradecimiento por haberlo vivido. Sera nuestro mayor tesoro. Salud.

Suscríbete para seguir leyendo